IGLESIA Y EVANGELIZACIÓN. Miércoles 23 Agosto
Los habitantes de Diego de Almagro, al norte de Copiapó, están viviendo una experiencia distinta desde la llegada de cuatro sacerdotes de la Congregación de los Sagrados Corazones, en marzo pasado. Este es el centro de la reflexión que nos entrega esta semana Andrés Opazo. Evangelización por la presencia. Además, Rodrigo Silva conversa con el sacerdote René Cabezón, quien asume como Provincial de la misma Congregación el próximo 1 de octubre. ¿Cuál es el rol de la iglesia y su desafío en Chile? ¿Qué impacto podría tener la visita del Papa?
Temas centrales de confiamos aporten a la conversación actual, para compartir, difundir y comentar.
EVANGELIZAR POR LA
SOLA PRESENCIA
Misión
Atacama. Por este nombre se conoce la iniciativa de la Congregación de los
Sagrados Corazones de conformar una comunidad religiosa compuesta por cuatro
miembros en la localidad atacameña de Diego de Almagro, un poblado que se sitúa
a alrededor de 100 kilómetros al noreste de Copiapó, y se conformó como centro
de actividades de una pequeña minería de escasa rentabilidad en la actualidad. Esta
opción pastoral es una muestra de que la estrategia de Jesús puede ser replicada
hoy; en vez de escoger los lugares de mayor notoriedad pública e influencia
social, se prefiere compartir la vida sencilla de personas y comunidades
alejadas de los círculos de poder. La mueve sólo la fe en Jesús, que comenzó su
misión mezclándose con los últimos de Galilea, en lugar de acudir a los
dirigentes políticos y religiosos de su tiempo.
La edad de los
religiosos allí enviados oscila entre los 77 y los 30 años. Ellos no han esperado
disponer de infraestructura previa para su instalación, sino que han construido
con sus manos su casa en un sitio a ellos asignado dentro de un proyecto de vivienda
social para familias afectadas por los aluviones de los últimos años. Pretenden
sostenerse económicamente con su trabajo como todo hijo de vecino, aunque deben
atender la parroquia del lugar. Transitan por las calles, comparten la vida la
gente en su incesante lucha por la subsistencia, se suman a las organizaciones
vecinales y reconocen sus liderazgos, valoran los bailes religiosos de la zona
y participan en las festividades populares, frecuentan los grupos de migrantes
provenientes de Perú, Colombia y Bolivia. En síntesis, se guían por una
concepción de evangelización que no procede desde afuera y de lo alto, a través
de instituciones dotadas de seguridad y reconocimiento social. Desean comenzar
desde abajo y con la gente, tratando de iluminar sus vidas con la fuerza del
Evangelio de Jesús. Evangelizan, pues, con su sola presencia. Pero a la vez, no
se recluyen en una supuesta originalidad propia, sino que comparten su
experiencia a través de un blog quincenal, con el fin de mantenerse en comunión
con la comunidad más amplia que es la Iglesia.
La idea no era
nueva. Hace más de cincuenta años, el Padre Esteban Gumucio sscc, acompañado de
tres religiosos jóvenes de la Congregación, abandonó las seguridades de un
colegio acomodado para ir a fundar una parroquia en una zona entonces
periférica de Santiago. Aparecieron un día en la calle saludando a los
transeúntes, identificándose como sacerdotes y pidiendo albergue para cada uno
de ellos. Agradecían lo que se les daba y se integraban a las agrupaciones del
vecindario. Las primeras misas las celebraban bajo un árbol en un sitio vacío.
Antes de construir templos y casas parroquiales, pretendían formar comunidad.
Muchos otros sacerdotes han optado por la misma vía. Entre ellos, los conocidos
Mariano Puga, José Aldunate SJ, Felipe Berríos SJ; pero muchos años antes,
Vicente Edwards sscc y Antoine Knibily sscc. Unos se han hecho obreros, otros pobladores
o campesinos. El último nombrado acogió como amigos a pelusas patipelados en
los años 50 y, ya anciano, hoy comparte la vida con niños de la calle.
Todos cuantos
han hecho suya la opción por los postergados, han interpretado así el espíritu
del Concilio Vaticano II. “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las
angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de
cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los
discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su
corazón”. (Gaudium et Spes) Y han tratado de encarnar el ideal de Iglesia
propuesto por el Concilio: la de ser un “sacramento, signo o instrumento de la
unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano”. (Lumen Gentium).
Se trata, pues, de ser signo, es decir, señal concreta, hechos capaces de hacer
presente la realidad espiritual que se desea significar, en este caso, la
comunión entre los humanos.
La comunidad
de la Misión Atacama pretende ser ese signo de comunión. Pero desgraciadamente
en contraste con otros modos de ser Iglesia. Esta más bien es vista por muchos
como un organismo jerárquico paralelo a la sociedad, consistente en sí mismo y centrado
en la búsqueda de su propia seguridad y permanencia. Una Iglesia ante el mundo
y no dentro del mundo, que funciona como una empresa de servicios religiosos
mediante un personal especializado que realiza la prestación y se retira. Se la
percibe como sólida en lo económico para sostener sus costosas obras, como
colegios, universidades, hospitales, canales de televisión, para las que solicita,
además, protección del Estado. Todo esto muy comprensible desde una lógica
institucional, pero no desde la lógica de Jesús, del Reinado de Dios como
imperio de la fraternidad universal. Pero esta Iglesia así constituida, tiende
incluso a imponer su doctrina y obediencia a sus normas, no sólo a sus adeptos,
sino a toda la sociedad. Sea agrediendo, humillando y condenando al que piensa
distinto, como el Cardenal Medina, sea enrostrando el ejercicio democrático de
la conciencia, como lo han hecho los obispos al lamentar la despenalización del
aborto en casos humanamente dramáticos. Así pareciera ser, más bien, un signo
de confrontación en vez de un sacramento de unidad y comunión.
No cabe duda
de que la vocación a evangelizar por la sola presencia responde a la firme
convicción de seguir a Jesús en el mundo de hoy, y a confiar en la presencia
misteriosa de Dios en todo acontecimiento humano. Un llamado dirigido al
conjunto de la Iglesia, no sólo a los sacerdotes, sino a todos nosotros los
cristianos, a veces inhibidos por el uso y abuso del nombre de Dios.
Andrés Opazo
LA IGLESIA ESTÁ DESAFIADA A
TRANSFORMAR LA REALIDAD
Lo he visto pocas veces. Su
imagen la asocio a una sonrisa. Es la del sacerdote René Cabezón, quien será el
próximo Superior Provincial de la Congregación de los Sagrados Corazones, a
partir del 1 de octubre de este año. Párroco de San Pedro y San Pablo, en La
Granja, desde hace ocho años. Cálido, sencillo y cercano.
“Para la gente de la comunidad
fue una gran alegría, más que para mí. Me alegré por lo que les provocaba a ellos.
Al mismo tiempo sintieron una gran pena. Me preguntaron si los roles eran
compatibles. Por tanto, es alegría y pena porque significa cerrar mi servicio
como párroco en esta comunidad. Estoy confiando que es la voluntad de Dios.
Tengo la sensación que era el tiempo adecuado, aun cuando me voy con algunas
tareas que quedan pendientes como el Templo y Albergue nuevo. En eso a lo mejor
sigo apoyando al nuevo párroco”. Así comenta el sacerdote René Cabezón el
impacto que produjo en la comunidad su elección.
René Cabezón, 56 años, nacido
en Valparaíso. Se ordenó el 15 de diciembre de 1990. Sus bodas de plata fueron
celebradas con mucho fervor en la Parroquia San Pedro y San Pablo, una tarde de
sábado, entre cánticos, tortas e imágenes de su vida familiar.
¿Qué representa ser Provincial?
Su designación es por seis
años. Y un día, dice riéndose. Una “condena” que nunca se está esperando.
Agradece la confianza de los hermanos de la Congregación. Está consciente que
es una gran responsabilidad de animar y acompañar a los hermanos mayores (Preocuparse
de su bienestar, porque un tercio (25) está
por sobre los setenta cinco años. Significa afecto y cariño especial para
quienes están enfermos y han entregado su vida al servicio de Dios y los
hermanos. A la vez, significa un llamado de fraternidad para ayudar a potenciar
el servicio a nuestras comunidades y pastorales.
“La Congregación tiene una inspiración que es el carisma de Los
Sagrados Corazones, en un contexto de una sociedad en crisis de fraternidad y
convivencia. El esfuerzo que tenemos que hacer es cómo ese carisma se encarna
en cada momento histórico de la Iglesia y de la Congregación”.
El gobierno provincial tiene un consejo que dura tres años, por tanto,
en el período habrá dos consejos para ayudar en esta tarea. El desafío mayor es
la forma, la personalidad y el estilo de quien asume el rol de provincial para
llevar adelante el carisma y la espiritualidad de la Congregación, dentro de
esta mirada relevando el corazón misericordioso de Jesús y su madre María, como
el núcleo del Evangelio.
“Yo solo he sido pastor, no
teólogo o formador. He trabajado en colegios por cerca de nueve años, en centros
juveniles secundarios y universitarios, y en parroquias del mundo popular por quince
años. Trabajé con Esteban y Ronaldo, personas que inspiran y marcan”.
“Siento un llamado para ver cómo ayudamos a la Congregación y los
hermanos de la Provincia para seamos aún más fieles a esta espiritualidad. Que
seamos pastores con olor a oveja, como dice
el Papa Francisco, desde nuestra impronta.
¿Con qué iglesia se
encontrará el Papa en enero próximo?
“La iglesia somos todos los bautizados. La iglesia está bastante
influida por los medios de comunicación y por el mundo socio-político, que
contiene elementos tan fuertes como el materialismo, el consumismo y el estrés,
con cierta apatía por lo político. Somos herederos de este contexto, y de un
modelo político y económico que ha exacerbado el individualismo.
“La iglesia está desafiada a transformar la realidad. Hacerse cargo de
los temas sociales, de justicia, de lo valórico, lo comunitario y dentro de eso, la familia. El Papa convocó a
dos Sínodos y puso en el centro a la familia como un gran desafío del mundo de
hoy.
“A uno como religioso, lo llaman a abrir puertas y horizontes. Un
llamado a estar ocupado y no solo preocupado del mundo. Comprometidos y no solo
ser espectadores. El laicado tiene que tener un rol más activo. Ser levadura en
la masa, como nos dice Jesús.
“Los curas en la Iglesia y su jerarquía, somos una especie de zoológico muy diverso. Muchos
de los pastores son parte del modelo de iglesia de Juan Pablo II. Su línea fue
muy polaca, muy conservadora (en lo intraeclesial y, la moral sexual), atemorizado
de la sociedad y del mundo, muy distinto
al Concilio Vaticano II. Se atrincheró dentro de la iglesia con propuestas
seguras para sus integrantes. Eso se refleja en la formación de nuestro de hermanos obispos, que si bien han avanzado
están aún en un paso intermedio.
“Esto está diversificado, a ratos tensionado. Es un desafío grande. Si
la suerte de la Iglesia pasara por los sacerdotes estamos en riesgo de zozobra.
Pero si pasa por todo el pueblo fiel (como lo llama Francisco), la iglesia,
tenemos una esperanza mayor.
“Es un desafío que este Papa esté dejando las bases para una iglesia
renovada. Está cambiando la dirección del timón. Este bote está crujiendo
porque está cambiando la línea que llevaba. Esto no es fácil y hay
resistencia porque se quiere mantener la
rutina, la dirección antigua. A ratos debemos estar sobre la corriente de la historia (descubriendo los signos de los
tiempos), y en otras, a contra corriente.
“El Papa dice que el pastor tiene que ir delante conduciendo a su pueblo.
En el medio acompañando desde el corazón. Y al final, desde la periferia, con
los excluidos, lo que se van quedando en la cola del viaje. La iglesia tiene esa
triple tarea”.
Impacto de la venida del
Papa
Quisiera que fuera bueno y positivo. El Papa es un genio de las
comunicaciones no verbales. La gente lo percibe. Es aire nuevo. Creo y quisiera
que la gente lo vea como este aire de iglesia renovada. Y que los obispos se
motiven más para pastorear y ejercer su ministerio en esas tres dimensiones.
“Ojalá que la iglesia, y en especial sus pastores, recuperemos el lugar que se ganó en tiempo de
la dictadura. Ser voz de los sin voz, voz de los “descartados o excluidos” del sistema social y económico globalizado. Que sea
una voz valiente que denuncie todos los
abusos, dentro y fuera de ella. Eso le devolverá legitimidad. Que a pesar de nuestras fragilidades personales o
institucionales, trate honesta y humildemente de ser fiel al Evangelio y los pobres; al sueño de
Jesús y su Reino. Que sea una iglesia que
transparente el Evangelio de Jesucristo”.
¿Dónde vivirás?
“La Congregación tiene una Casa Provincial. En ella están los hermanos
más enfermos, la parte administrativa, con secretarias, el personal de
educación y comunicaciones, y la biblioteca Provincial. Allí, en principio, viviré de vez en cuando. Pero mi deseo no es
estar allí en forma habitual. Quisiera seguir viviendo en una comunidad
apostólica de la periferia. Eso me da un cable a tierra”.
Rodrigo Silva
gracias.
ResponderEliminarA ti!! saludos!
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