HISTORIA DE KAROLINE MEYER
Reproducimos a continuación una conversación sostenida por Rodrigo Silva con la religiosa y misionera alemana Karoline Mayer, originalmente escrita para la Campaña Cuaresma de Fraternidad de este año, que organiza la iglesia católica desde 1982. Por el valor de su testimonio nos parece relevante compartirla con ustedes.
MISIONERA DEL AMOR.
ESE ES EL SECRETO
Esta es la breve historia de una religiosa alemana que quizá haya
descubierto su vocación a los cuatro años de vida, pero que desde los once se
convenció. Nacida en plena segunda guerra, con el paso de los años consolidó
sus convicciones de misionera. Aun cuando se preparó para viajar a India o
China, su destino fue el Chile de los años sesenta. Tenía la necesidad hasta
hoy de seguir las enseñanzas de Jesús. De vivir y compartir con los más débiles
y postergados de la sociedad. Su obra ha trascendido generaciones y estratos
sociales. Educación, salud, trabajo para jóvenes, asistencia para atender la
discapacidad, gente en situación de calle, adictos y adultos mayores han estado
en el centro de sus preocupaciones. Creadora, lúcida, perseverante y con la
fuerza de sus convicciones más absolutas, Karoline Mayer es un torbellino de
energía y proyectos a través de la Fundación Cristo Vive, con presencia en
Chile, Bolivia y Perú. Formadora de comunidades de base, defensora de la
dignidad, mujer de carácter, chilena por gracia, su mirada trasciende fronteras
y se detiene para compartir con los seres humanos sus necesidades más
profundas. Adulto mayor para admirar como miles de otros anónimos que viven sus
historias en silencio y que quizá no tienen la oportunidad de compartir su
sabiduría y experiencia. Conozcamos algo más de Karoline Mayer.
Karoline Mayer vino a Chile en 1968, una época en que los
sectores populares comenzaban a organizarse: juntas de vecinos, centros de
madres, centros comunitarios, clubes deportivos. Se vivía la llamada
“revolución en libertad” propiciada por la Democracia Cristiana y uno de sus
líderes más emblemáticos, Eduardo Frei Montalva, quien gobernara el país entre
1964 y 1970. Época de reforma agraria, de chilenización del cobre y de
promoción social. Había vientos de cambio que años después llegarían a generar
una convulsión prácticamente irreconciliable, que provocaría el quiebre de la
democracia en 1973.
En ese tiempo y espacio, arriba a Chile Karoline Mayer,
religiosa misionera de la Congregación de las Siervas del Espíritu Santo. Su
vocación fue prematura. Ya a los once años tuvo la convicción que ese debía ser
su destino. A esa edad escribió una carta para solicitar su ingreso a la Orden
Misionera de Steyl, en Holanda. Como era
de esperar la respuesta fue negativa. Necesitaba tener al menos catorce (14)
años para cumplir con esa ilusión. Esperó y perseveró. Cuando tuvo la edad
ingresó al internado, con la complicidad de su padre y la decidida pero
finalmente respetuosa negación de su madre. “Yo no quería que mi mamá sufriera,
pero tampoco sabía cómo hubiera podido quitarle su sufrimiento. Tuve que
obedecer a mi vocación”
Felicidad
Me creo la mujer más feliz del mundo. Estamos sentados en
la mesa circular de su oficina de la
Fundación Cristo Vive, en la Comuna de Huechuraba,en Santiago de Chile, una
mañana ya calurosa de noviembre cuando el verano se entromete e invade la
primavera. Han pasado cuarenta y ocho
años desde su llegada. Ya es una mujer chilena también, no solo porque le fuera
concedida la nacionalidad por gracia, en el 2001, sino porque se ha
identificado profundamente con la
realidad de las personas desposeídas, los más postergados de la sociedad,
porque se siente una discípula de Jesús; porque ha vivido y compartido con
ellos su realidad. Ha sido una más. No se ilustra con la experiencia de los
llamados sectores populares, la vive. Conoce y habla con propiedad de nuestro
país. Pero también Karoline se vincula con todos los estamentos de la sociedad.
Es apreciada y no son pocas las personas que atraídas por su personalidad y su
obra han colaborado activamente con ella por años.
En ese espacio recuerda y relata parte de su historia. A
través de la vida, del sufrimiento y de las renuncias, descubrí que las
situaciones dolorosas me han enriquecido. No han ido en desmedro de la energía.
Al contrario, me han permitido entrar en el sufrimiento de otros, tener más
empatía.
Karoline se ha hecho fuerte en el dolor, ha crecido en la
adversidad y ha comprendido que su felicidad está en el amor a los otros, a los
más débiles, a los postergados. Ha vivido en plenitud las enseñanzas del
evangelio y la experiencia de Jesús. Su felicidad es la de los otros. Esa es la
suya.
Diferencias,
matrimonio, muertey presencia permanente
Su tenacidad para llegar al internado, en Holanda, a los
catorce (14) años tuvo el apoyo
incondicional de su padre, un hombre que también supo de perseverancia y que
fue un modelo en su vida. Cuando murió yo tenía veintidós (22) años y
sentí que se había creado un nudo entre
el cielo y la tierra. No me podía imaginar la vida sin él. “Cada semana recibía
una carta de mi padre. Pero él me ocultaba su estado. Al comienzo del Adviento,
me escribió “… para mí también es Adviento. El Adviento de mi vida ha llegado.
Yo espero que Dios venga hacia mí”
“Era una noche de primavera, los primeros árboles
comenzaban a florecer y las estrellas brillaban en el claro cielo. Desde la
ventana del hospital yo miraba hacia el cielo nocturno y rezaba. Supongo que me
quedé dormida un rato corto sobre la mesa cuando de pronto escuché que mi padre
respiraba con dificultad. Lo abracé. Se sentó un poco, extendió las manos,
sonrió y se fue de este mundo”
El matrimonio de sus padres no fue nada fácil. Ella, la
que sería su madre, era hija del Alcalde de Pietenfeld y él, que sería luego su
padre, trabajaba como jornalero en el campo de una hermana de su madre. La
diferencia social era evidente, tan evidente como la oposición de la familia a
un enlace entre ambos. Pasaron cinco años hasta que finalmente lograron
casarse, en diciembre de 1941, incluso ya con un hijo, poco antes que él partiera
a la guerra, alistado como enfermero. Era aceptar la unión casi con la certeza
que la muerte los separaría luego de la guerra. Sin embargo, regresó y su labor de enfermero la continuó
desarrollando en su pueblo y sobre todo logró constituir una familia a pesar de
todas las adversidades. Un ejemplo para Karoline. Lo recuerda y siente su
permanente presencia. No necesita su cuerpo físico. Cuando falleció, su madre
estaba en depresión total, porque ciertamente había sido una verdadera reina
para su padre. Estaba encorvada en mis brazos y yo vestida de monja en la
sepultura. Le había dicho a mi madre que ese día saldría el sol, que lo
iluminaria todo. Pero el día era gris y nuboso. Y de pronto se abre el cielo y
cae un rayo de luz muy profundo sobre la tumba. Yo grité, ¡el sol!, cómo se ha
transformado ese día. Era el papá que me confirmaba su presencia. Por eso está
en mí. Es mi certeza profunda.
La infancia y la
guerra
Karoline Mayer nació en Alemania el 30 de abril de 1943,
en plena segunda guerra mundial. Sus primeros recuerdos florecen a los dos años
de edad, durante las últimas batallas antes que concluya el conflicto. Su
abuelo materno, el Alcalde, había sido desplazado con la llegada de Hitler al
poder en 1933. De allí en adelante comenzaría una dura batalla por la libertad,
hasta la liberación de Alemania. La guerra se convertiría en un trauma. Me
escondía debajo de la mesa con la sola mención de la palabra, que se
convertiría en un tabú.
La postguerra fue un período duro. Vivieron en la gran
casa de los abuelos paternos los tres
hermanos, los padres, los empleados y una familia que les fue asignada, parte
de los once millones de evacuados de los territorios alemanes que pasaron a
Polonia. Allí conoció del trabajo intenso y de la solidaridad de sus abuelos.
Del compartir los alimentos de un período difícil luego de doce años. De
apoyarse. De vivir una experiencia humana de acogida.
Misionera de
siempre. El espíritu del 68
Cuando estaba en el hospital, a los cuatro (4) años siempre decía que quería ser monjita.
Nadie me consideraba. Obvio. Sin embargo
pasaron los años y esa necesidad se acrecentó. En la biblioteca parroquial leyó
la vida de todos los santos. A los doce (12) ya la conocían como la misionera
del pueblo. A los catorce se fue al Convento de Steyl y en septiembre de 1964,
con veintiún (21) años ingresaría a la orden de la Congregación de las Siervas
del Espíritu Santo. Años de intensa formación académica y espiritual, de
reflexión, pero también de dudas y preguntas que con el tiempo despejaría, no
sin conflictos ni sufrimientos, como en todos los procesos humanos.
¨Mi noviciado había terminado con la misma cantidad de
dudas con que había comenzado. El espíritu del 68 también se había apoderado
del convento”. (Julio de 1968. En las universidades de Europa y Estados Unidos
comenzó a haber mucho movimiento. La llamada “generación del 68” empezó a poner
en duda todo lo que sus padres querían y consideraban sagrado. En ese tiempo en
que la rebelión se propagaba, yo practicaba la obediencia).
Medio año después del término de su noviciado fue
designada para la misión. Tuvo una gran contrariedad. Se había preparado para
ir a China o India. En cambio el destino era Chile, país católico y claramente
en un nivel desarrollo diferente. “Para mi “misión” significaba todavía en ese
tiempo ir a los países paganos”, donde había emergencia y miseria, y donde el
mensaje cristiano todavía no estaba difundido”
Medicina,
enfermería y todas las profesiones
Ya estaba en Chile abrazando los votos de pobreza
celibato y obediencia. Llegó al Convento del Espíritu Santo, en Tomás Moro 413,
en Santiago. Nos integramos en todas las tareas domésticas y además me
designaron chofer y, desde luego, nos propusimos estudiar español de inmediato.
Al cabo de poco las hermanas mayores nos amaban. Pero había que insertarse en
esta nueva sociedad y descubrir la vida de su gente, particularmente el mundo
de los necesitados. Conocer su realidad, ver sus profundas carencias y
compartirlas. Y eso fue justamente lo que hizo Karoline, no sin dificultades. Había muchos prejuicios. El pueblo es flojo,
los hombres son todos borrachos.
Desde siempre Karoline, además de misionera había querido
ser doctora. Su madre hubiera querido que fuera a estudiar a Múnich. Una forma
muy concreta de enfrentarse con mejores herramientas para compartir en los
nuevos mundos deseados. Pero fue imposible. La Congregación no lo permitió y
cuando años después tuvo la opción ya
era demasiado tarde. Estaba tan involucrada en otras tareas de acompañamiento y
asistencia que sería imposible.
Sin embargo estudió enfermería en la Universidad de
Chile, en plena reforma, en 1969.Agradezco esa formación tan completa, cuando
la universidad se volcó para participar de los problemas y las necesidades de
un Chile siempre visto desde una perspectiva académica. Ahora sería diferente.
Participar en la vida de las comunidades más postergadas, analizar sus necesidades y ver qué tipo de
respuestas podían entregar las universidades.
Y ella en medio de esas experiencias. Así comenzó su vinculación.
Primero en los meses de verano, luego los fines de semana y finalmente, la
oportunidad real de vivir en las comunidades.
Su primera “misión” fue en “Areas Verdes”, sarcástico
nombre para designar a una comunidad que fue producto de una ocupación de
terrenos aledaños a un basural en la Comuna de Las Condes de Santiago. Allá la
llevó la Hermana Gabriela, una Asistente
Social, hermana del asesinado General y
Comandante en Jefe del Ejército, Carlos Prats. en Buenos Aires.
“Cada mañana me encontraba con desconfianza, prejuicios y
desinterés. Nadie comprendía que quería realmente esa monja extranjera con
ellos y de ellos. Y yo era inexperta: todavía no podía hablar bien el
castellano, ni mucho menos con la jerga de la gente”
Tierra, barriales, casas de máxima precariedad (tablas,
cartones, latas), desnutrición, cesantía eran signos de la nueva escenografía
de Karoline. No era África el continente,
ni gigantescos países como China o India, pero estas eran personas de
carne y hueso, con nombres propios, con rostros, sensibilidades y deseos imposibles
de obviar. La pobreza me chocó De allí y
para siempre. Al comienzo sería un comedor, luego una guardería. Luego vendría
la multiplicación de la experiencia en diferentes comunes y así se daba inicio
a un ciclo que hasta hoy, con otros
nombres y en otras zonas de Santiago han transformado su realidad y la de la
gente que la rodea.
Los pobladores superarían la desconfianza, se generarían
cambios culturales significativos, se comprometerían los hombres, reconocerían
a sus hijos desde una perspectiva de responsabilidad. Un cambio profundo se
abriría en un país que vivía días de esperanza.
El día más feliz
Cuando Karoline logró la autorización de la Orden para
tener su casa propia en “Áreas Verdes” se inició un nuevo ciclo en su vida. “El
12 de octubre de 1971 nos mudamos. Era el día más feliz de mi vida. Yo había
amontonado ropa y libros en cajas que servían al mismo tiempo de veladores. En
clavos puestos en la pared yo podía colgar ropa y cosas y mi cama de 70
centímetros por dos metros, era también camilla para examinar a todos los
enfermos que venían a nuestra choza. Yo había llegado, Se había cumplido mi sueño”
Pasaron los días, los meses y su compromiso y dedicación
a los pobres le generaría muchos disturbios hasta que en 1973 su vida cambiaría
profundamente. Regresa a Alemania por orden de su Congregación. Claramente su
rol se transformaba en disfuncional. Había que escoger un nuevo destino, esta
vez en Asia o reafirmar sus convicciones y compromiso con la gente de Chile a
la que había prometido no abandonar. Había pasado mucha agua bajo en puente. Su
tarea evangelizadora atrajo muchas miradas, hasta el Presidente Allende, electo
en septiembre de 1970. Iría a “Areas Verdes” a conocer la experiencia y le
ofrecería juguetes didácticos para los niños. No necesitamos juguetes,
Presidente. Necesitamos una cocina gas. La próxima semana la tiene, le
comentaría. Aquí tiene mi teléfono. Como no llegó lo llamé. Una semana después
llegaría la cocina con un conjunto de materiales didácticos, aun cuando el paso
previo fue el Palacio de la Moneda y desde luego, fotografías e imágenes. Años
después, en el contexto de otro clima, la esposa del General Pinochet, ungido
como Capitán General y Presidente, también la visitaría. Su tarea representaba
amor para unos y complicaciones para otros. Pero ella perseveró como ha sido
siempre la expresión de su vida.
Compromiso y
renuncia
Escuchó al señor en el Aeropuerto de Frankfurt. Era la
última pasajera que debía abordar el avión de regreso a Chile. Pero no podía
hacerlo. Solo su equipaje de mano la acompañaba. El resto de los pasajeros y la
tripulación la esperaban a bordo. ¿Estaba tomando la decisión correcta?
Había desechado la oportunidad de viajar a Asia, un
anhelo desde siempre. Y ahí estaba paralizada. “Cuando casi no podía soportar
más, escuché claramente de pronto una voz interior: “¿Crees que no te acogería,
aunque lo hubieras hecho todo erróneamente?” Yo respondí: “¡Sí, te creo!”, tomé
mi equipaje de mano y subí al avión … Yo había comprendido que Dios siempre
estaría conmigo y que recorre todos los
caminos conmigo, sin importar si son caminos “erróneos” o “correctos”.
La Congregación de las Siervas del Espíritu Santo había
quedado atrás. Se desprendía de una parte fundamental de su vida, pero no de
sus anhelos, principios ni convicciones
y mucho menos de su amor a Jesús y su interés de dar testimonio de su
vida entre los más postergados. Ya en Chile luego formaría la Comunidad de
Jesús, en diciembre de 1973. “… prometí pobreza, celibato con castidad y
también obediencia. Pero esa
obediencia queríamos cumplirla en la iglesia de Jesús y su Evangelio.” Seguiría
vistiendo de azul y blanco. Sería la misma de siempre, hasta hoy, por dentro y
por fuera, con la evidencia del paso del tiempo que invariablemente cambia los
rostros, los manos y deja sus huellas en un cuerpo que también quizá no tenga
la misma vitalidad de los años idos, pero sí, la convicción de los que siempre
vendrán.
Período de fuerza
y de nuevas pruebas
Campamento Angela Davis, Conchalí; Fundación Missio,
Iglesia; Población Villa Las Mercedes, Renca, Población Quinta Bella, Recoleta,
corresponden a nombres de lugares e instituciones emblemáticas en la vida de
Karoline Mayer. De personas que vivieron momentos de angustia, de persecución y
también de abuso. En esas instancias Karoline desplegó toda su energía, generó
todos los apoyos y participó con toda la intensidad que genera la pertenencia
en la vida diaria, en el sufrimiento, el dolor y las alegrías de cientos y
miles de personas. Años duros, en que la gente no era respetada ni por sus
creencias ni por sus actos. Años de mucho sufrimiento económico, de ollas
comunes para atender a la alimentación básica y precaria de una población
ansiosa de oportunidades. Años de violencia, de allanamientos masivos en las
poblaciones. Años de espejismo y de un nuevo consumo. De modelamiento de un
nuevo tipo de sociedad. Años de miedo y de deslealtad. Pero también años de
encuentro y solidaridad. De vivencias humanas límite que permitió el
florecimiento de nuevas esperanzas.
Karoline viviría una noche de arresto y diría con
elocuencia: “Dios había estado todo el tiempo conmigo. El me había llevado y no
me había abandonado en ningún momento. Ahora sabía que él estaría siempre
conmigo, aunque ellos me asesinaran”.
En esa época se crearon y multiplicaron los jardines de infancia, las salas cuna, los
comedores populares, los talleres artesanales, los policlínicos y diversas
organizaciones comunitarias en varias comunas de Santiago. En todas esas iniciativas
participó Karoline, tanto con Secretaria
Ejecutiva de la Fundación Missio como también a través de su Comunidad de
Jesús.
Cristo Vive
Cristo Vive es una institución de beneficencia de derecho
privado creada por Karoline Mayer en 1990, que opera también como Organismo
Técnico de Capacitación. Es la continuación de una obra de años y el comienzo
de una gran experiencia. Convocó a un entusiasta grupo de personas con la
cuales ha materializado una obra que ya cruzó las fronteras.
En su sede de Av. Recoleta caminamos por los pasillos que
nos conducen a los talleres de formación laboral, ella con alegría y yo con
admiración. Es el área de formación para jóvenes que solo el año 2016 habrá
capacitado a mil quinientas (1.500) personas. Vemos los talleres de soldadura,
de electricidad y de tornería aprovechando que es mediodía y los jóvenes están
en su tiempo de alimentación. Esta área de formación tiene una amplia gama de
cursos en sus diferentes sedes de Santiago (Huechuraba, Santiago, Peñalolén,
Puente Alto y Recoleta). Pero no es solo eso. Es mucho más. Desarrolla
educación para niños (ochocientos el año 2016), atención de salud ambulatoria en un Centro de Salud Familiar,
CESFAM (veintidós mil, más cuatro mil inscritos en Policlínicos), tratamiento y
rehabilitación en drogas (cobertura de ciento treinta jóvenes en el 2016), acogida
a personas en situación de calle (cien personas en forma ambulatoria, veinticinco en albergue y veinticinco en
residencia), atención a veinticinco jóvenes con discapacidad física y cognitiva
y también asistencia social para personas con necesidades especiales (del orden
de quinientas personas).
El trabajo es arduo. Cuatrocientas cincuenta (450)
personas trabajan en las tareas de Cristo Vive, (veinte jóvenes voluntarios
alemanes), profesionales y técnicos de diferentes disciplinas que comparten su
capital de conocimientos para entregar herramientas efectivas a personas que
requieren entrar al mercado de trabajo
con sólidos conocimientos.
Preocupación
Karoline Mayer, la hermana Karoline, va a alcanzar pronto
los cincuenta años en Chile, en nuestro país como ella repite con insistencia
cuando hablamos de los profundos cambios que ha experimentado la sociedad en
estos largos años.
No podemos permitir la pobreza que aún existe, que es
mucho más de la que se percibe, oculta por la infraestructura. Aún hay miseria
visible, aun cuando hoy el pueblo trabaja mucho más, en especial las mujeres.
Chile es un pueblo trabajador, también las clases medias y altas. Trabajo de
muchas horas, pero creo que a buena parte de la gente el trabajo no la hace
feliz. Lo necesita para vivir, para mantener a su familia, para alcanzar
mejores niveles de vida. Lo hace por los hijos. Pero la gente se siente
presionada por el consumo y me preocupa el descuido de los niños y los altos
niveles de endeudamiento. Cita, 3,5 millones de deudores morosos.
Hoy vivimos una pobreza distinta. Hay gente que tiene
ingresos líquidos de doscientos mil pesos
mensuales y una deuda de 5,3 millones de pesos. No sé
cómo se puede vivir así.
En este tipo de sociedad la solidaridad es más difícil.
El abandono de las personas mayores es tremendo. Con tres millones de
jubilados, en los próximos quince años habrá al menos cinco o seis millones de
pobres.
“Solidaridad es para nosotros la forma política del amor.
Con la solidaridad podemos aliviar la pena, ayudar a personas que están en la
miseria, cambiar una vida o incluso salvarla. Pero verdadera solidaridad
significa justamente que yo también me enriquezco con ese servicio, que
encuentro sentido, que crezco.”
Reino de Dios
Karoline Mayer es delgada, acogedora y sonriente. Imagino
que también ha de ser dura, asociada a la consistencia de sus convicciones. A
decir lo que corresponde. A no callar para acomodarse. A ser franca y sincera,
aun cuando la franqueza en Chile se confunde con la ofensa. Eso lo yo.
Cuando nos despedimos me acompaña hasta el auto,
abrazados por un sol que se anuncia inclemente, aun cuando aún estamos en
primavera.
Ella seguirá su camino de creaciones y sueños como
incorporar los oficios a los programas educativos, de modo que los jóvenes en
sus últimos años de educación media desarrollen habilidades que luego puedan
complementar para estar preparados para una vida que cada día resulta más
competitiva y compleja.
Ella seguirá trabajando. “Cuando Jesús habla del Reino de
Dios y cuando yo digo muchas veces contribuyamos a la construcción del Reino de
Dios, eso significa para mí: colaboremos en este mundo, para que se creen
estructuras en las cuales todas las personas lleguen a estar lo más felices y
satisfechas posible, para que todas las personas puedan vivir en paz.
Estructuras en las cuales no se destruya la vida, sino que se mantenga y se
cuide. El amor no permite destrucción, el AMOR es la fuente de toda vida.”
Nota: Todas las frases entre comillas corresponden al
libro “El secreto siempre es el amor. En los suburbios de Chile”. Karoline
Mayer. Plataforma Editorial, Barcelona, 2008
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