NOCHE DE COMUNIDAD


Este lunes vivimos una reunión especial. Era la primera vez que estábamos en ese departamento acogedor, luminoso, ordenado, con muchos libros y diferentes objetos y adornos que representaban parte de la esencia de los dueños de casa. Una hermosa mesa para doce personas, ordenada, platos blancos, fuentes de ensaladas, con predominio de los rojos (tomates) y verdes (lechugas y paltas), copas para vino. Mantel blanco. Todo pulcro, todo ordenado, esperando a los nuevos comensales, nuestra comunidad. Ayer solo faltó una persona, una mujer que habitualmente es la anfitriona en su casa de Vitacura. Esta vez estaba  centrada en el regreso de uno de sus hijos, que con todo y familia llegaba de Italia luego de año y medio o dos en sus estudios de doctorado. Razón más que justificada para su ausencia.
El encuentro comienza con la apertura de los vinos jugos o aguas que irán a acompañar una conversación que con el paso de los minutos adquiere más densidad. Al comienzo, un Padre Nuestro.  Luego agradecimientos e intenciones. Así recorremos a la familia, a los amigos, a los seres más queridos o conocidos que necesitan de nuestra oración y cercanía. Pensamos en ellos, rezamos por ellos. Generamos ese espíritu de comunidad que es lo que nos reúne desde hace varios años. También se recuerda a aquellos que ya no están. Que partieron o se fueron por otros rumbos, en diferentes momentos de la vida.
Por vez primera nos sentamos a comer y a conversar sobre un texto. En este caso, de Albert Nolan, teólogo sudafricano, 1934, que ha dedicado parte significativa de su vida a tareas pastorales y a la investigación sobre Jesús.  La conversación, guiada por uno de los miembros del grupo, nos lleva a analizar la conducta profético-mística de Jesús y las exigencias y el compromiso para quienes desean seguir su camino.  Conversamos sobre el carácter profundamente humano de sus enseñanzas. A todos nos quedan interrogantes que serán parte de nuestra reflexión permanente, en un momento más que interesante de nuestra realidad. Tiempo de descrédito en las instituciones y severos conflictos de confianza. ¿Qué representa para nosotros hoy ser cristianos? ¿Cómo nos convertimos o somos instrumentos del mensaje de Dios para contribuir a la construcción del Reino, aquí en la tierra, ahora?
Nuestra reunión concluye cerca de tres horas después, entre las 8 y las 11 de la noche, una comunidad que se reúne para orar, reflexionar y razonar sobre nuestra fe, para que cada uno vaya profundizando en su espiritualidad y en la forma como se expresa en su convivencia cotidiana.
Fue una alegría enorme. Un momento para agradecer a Dios por todas las bendiciones recibidas.
Rodrigo Silva

Comentarios

  1. Gracias por este blog que nos anima a desafiar las distancias y nos invita a sentarnos en la misma mesa para compartir la vida desde la mirada de la fe en Jesús. Me uno a ustedes, desde Atacama, en el afecto mutuo que nos tenemos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

EL ESPÍRITU DE JESÚS QUE INSPIRA NUESTRA VIDA

LA ESPIRITUALIDAD DE HOY

¿ADÓNDE VA NUESTRA DEMOCRACIA?