SEMANA SANTA. SIEMPRE DIFERENTE
Después de leer a José Antonio Pagola, Jesús aproximación
histórica, Jesucristo tiene para mí una nueva dimensión, humana, cercana. Un
hombre de carne y hueso. De allí en más la Semana Santa cambió de carácter. Un
hombre fue entregado y crucificado. Por nosotros. Me impacta muchísimo cuando
está en la cruz, agonizando y clama "Dios mío, Dios mío, ¿por qué
me has abandonado?", como lo han de decir miles y miles de creyentes que en una situación de
extrema aflicción, ven en Dios su última
oportunidad. Me sobrecoge que el hijo de Dios sea tan humano como cualquiera de
nosotros. Por eso la Semana Santa la vivo de una forma diferente. Comprendo tan
bien cuando el Papa Francisco en su homilía de este Domingo de Ramos dice
que “Él está presente en muchos de nuestros hermanos y hermanas que
hoy, hoy sufren como Él, sufren a causa de un trabajo esclavo, sufren por los
dramas familiares, por las enfermedades... Sufren a causa de la guerra y el
terrorismo, por culpa de los intereses que mueven las armas y dañan con ellas.
Hombres y mujeres engañados, pisoteados en su dignidad, descartados.... Jesús
está en ellos, en cada uno de ellos, y con ese rostro desfigurado, con esa voz
rota pide que se le mire, que se le reconozca, que se le ame. No es otro Jesús: es el mismo que entró en Jerusalén en medio de
un ondear de ramos de palmas y de olivos. Es el mismo que fue clavado en la
cruz y murió entre dos malhechores. No tenemos otro Señor fuera de Él: Jesús,
humilde Rey de justicia, de misericordia y de paz.”
Y si bien todos los años son los mimos ritos,
las mismas lecturas, esta Semana será diferente porque yo soy diferente este
año que el anterior. Procuro avanzar en el razonamiento de la fe. Siento la
necesidad de profundizar en ella, de crecer en espiritualidad. De seguir el
ejemplo de Jesús. Me cuesta. Estoy tan distante, pero lo intento y comprendo
que también su visión tiene que ver con una mirada de amor, de entrega y de
regocijo en los otros. Que mi felicidad está en la capacidad de amar y de ser feliz en el logro de los demás. Como me ocurrió esta mañana de domingo con algo
tan simple cuando ella me sorprende con huevos a la copa, pan tostado y
mermelada de damasco. Lo hizo de improviso como cuando tocan el timbre y llega
un ser querido sin que lo estés esperando y te hace tan feliz. Ese fue un gesto
de amor para mi gozo. Como tantos otros de ella. Sigiloso. Como es el
acompañamiento de un ser enfermo o el interés por escuchar a un adulto mayor. O
la preocupación por llevar una caja de alimentos a quien lo necesita.
Esta Semana Santa será diferente porque he
cambiado en este último año. ¿Les pasa a ustedes?
Rodrigo Silva
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