¿CUÁL ES LA IGLESIA DESEADA? 5 Julio 2017

Bienvenidos a la nueva entrada de La Palabra Nuestra
Fernando Etchegaray envía un Manifiesto al Gobierno de la Iglesia. Son los deseos de una iglesia “en salida”, cercana e inclusiva. Una iglesia en transformación. En paralelo, Andrés Opazo nos plantea una reflexión sobre la forma de entender y seguir a Jesús, que nos habla al corazón, de ahí que señala que más que la meta, lo que importa es el camino de cada uno. Y, finalmente, Rodrigo Silva nos relata una jornada de agradecimiento en una celebración de 144 años. ¿Sorprendente, verdad? Les invitamos a compartir, a difundir y hacerse parte de estas preocupaciones.



MANIFIESTO PARA EL GOBIERNO DE LA IGLESIA

1.         Vivimos en un cambio de época y, por lo tanto, de cultura con sus nuevas racionalidades, enfoques y valoraciones.
2.         Desde un mundo cerrado a un mundo sin barreras
3.         Iglesia en salida para atender las necesidades de los otros
4.         Iglesia que vive en, con y para el mundo. No enfrente ni atrás. Forma parte del mundo y vive sus mismos problemas.
5.         Sin finalidad proselitista, sino con testimonio profético
6.         Basada en el evangelio, no en la religión ya construida
7.         Hacia una religión nueva basada en la actitud de Jesús y no en dogmas teológicos ni morales.
8.         Basada en la misericordia y no en la justicia distributiva-cuantitativa
9.         Desde la palabra escrita u oral a la palabra de la imagen y la música
10.      En contra de la pobreza estructural e institucional o institucionalizada
11.      Desde una religión explicada desde el sufrimiento a una religión explicada desde el gozo.
12.      Desde una liturgia de formato imperial o real a una liturgia de formato sencillo.
13.      Desde una moral impuesta (indispuesta) a una moral propuesta (dispuesta)
14.      De un gobierno eclesial impuesto a un gobierno eclesial electo
15.      Una iglesia con el acento en la diversidad y no en la uniformidad
16.      En compañía de las ciencias sociales y experimentales y no de la magia
17.      Desde el impartir al compartir
18.      Desde la identificación por exclusión a la identificación por inclusión
19.      Desde una religión exclusiva para el ámbito humano, personal e individual a una religión que relaciona con todos los seres del universo, vivos e inertes.
20.      Sin situaciones de privilegio ni favoritismo que la liberen de obligaciones que el resto de las personas e instituciones estén obligados a cumplir.
21.      Con rendición de cuentas públicas tanto de gobierno como administrativas y contables.
22.      Con sacramentos de y para la vida de los miembros de una iglesia en salida y no sólo para la vida intraeclesial.
23.      Ministerios flexibles, temporales y sin requisito obligatorio de celibato
24.      Ministerios para el servicio y no para la dignidad o status jerárquico/divino. Con plena incorporación de la mujer en todos los ministerios, tanto de administración como de gobierno eclesial siempre que no sea más de lo mismo …


Fernando Etchegaray



MAS QUE LA META, EL RUMBO

Recuerdo que de chico se recomendaba la lectura del libro “La Imitación de Cristo”, que marcó a generaciones de cristianos. Pero hoy hablamos de seguimiento de Jesús en vez de su imitación, pues ser como él es imposible. Tal como sucede con la utopía, la función de la meta no es otra que la de indicar el camino.

Jesús propone consejos o criterios absolutamente impracticables, que no sólo desconcertaron a los judíos de su tiempo, sino que hasta ahora nos resultan chocantes. Si bien ello nos alivia, al relativizar la rigidez de toda ley, nos complica al pedirnos algo desmesurado.

- A vuestros antepasados se les dijo: no matarás; pero yo les digo que cualquiera que se enoje con su hermano y lo insulte… se hará merecedor del fuego de infierno.
- Si llevas una ofrenda al altar y te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, anda primero a ponerte en paz con él.
- A ustedes se les dijo. “no cometas adulterio”, pero yo les digo que todo el que mira con deseo a una mujer, ya cometió adulterio en su corazón.
- Si tu ojo derecho te hace caer en pecado, arráncalo y échalo de ti… Y si tu mano derecha te hace caer en pecado, córtatela y échala lejos de ti.
- Se les dijo que el que se divorcia debe dar el certificado de divorcio, pero yo les digo que el que se divorcia… comete adulterio.
- Se les dijo: no dejen de cumplir lo prometido en juramento, pero yo les digo: no juren; basta con decir, “sí” o “no”.
- Se les dijo: “ojo por ojo y diente por diente”, pero yo les digo: si alguien te golpea en tu mejilla derecha, ofrécele también la otra.
- Si alguien te pide tu camisa, entrégale también tu capa… y si te obligan a andar una milla, camina dos.
- Se les dijo: ama a tu prójimo y odia a tus enemigos; pero yo les digo: amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen.

¿Cómo entender palabras tan desconcertantes? Necesitamos, obviamente, trascender la expresión literal. También hay que descartar la lógica jurídica que ordena y prohíbe, permite o condena. Jesús no fue un legislador ni un moralista. El habla al hombre interior, a su corazón, trata de conmoverlo. Hace uso de la hipérbole o la exageración a fin de llamar la atención sobre la novedad radical de su mensaje. “El que tenga oídos para entender, que entienda”. Indica una dirección, propone una utopía, la utopía del Reino de Dios en la tierra, la plena comunión y el encuentro fraternal entre los humanos. Un anhelo real, una meta inalcanzable; pero para el que tiene oídos, una flecha que señala un camino.

En vez de lanzarnos prohibiciones y preceptos, Jesús nos llama a ser felices. Felices los pobres, los que sufren, los humildes, los compasivos, los de corazón limpio, felices los que tienen hambre y sed de justicia, felices los que trabajan por la paz… No hace otra cosa que proponer un rumbo hacia la felicidad, es decir, criterios para alcanzar una vida buena. Con esto, subvierte el orden y los valores que orientan los asuntos mundanos. En efecto, lo que vale para el mundo es la riqueza, el poder, el reconocimiento social. Para Jesús, es otro el parámetro para apreciar el éxito o el fracaso en la vida. Nos ofrece una felicidad que proviene de la aceptación de lo gratuito, que colma nuestra más profunda aspiración. Cesó el tiempo de la ley y comenzó el tiempo de la gracia. Somos amados y llamados a hacer otro tanto. Felices por ello.

Jesús sabe que nos pide lo imposible; por eso no nos vigila para sancionarnos cuando caemos, ni clasifica y cuantifica nuestras culpas. Sólo nos anima a caminar, a despertar el corazón y disponernos a dar más de nosotros mismos. Más que la meta, lo que importa es el rumbo. Dios conoce bien nuestra incapacidad radical. Por eso nos llama a suplicar: “Padre, perdónanos, así como nosotros tratamos de perdonar”. Y allí comenzamos a ser felices de una manera nueva. Bienaventurados en nuestra pequeñez. Y por eso, también, los pobres, los despreciados, los pecadores, pueden ser felices. Es muy poco lo que podrían ofrecer como intercambio, y no les queda más que agradecer el don del amor y de la paz. Su confianza no reside tanto en sus méritos, sino en la bondad del Padre que los ama a todos. Si le creemos, podemos caminar confiados. Por eso cantamos en Los Perales:

Voy, Jesús, siguiendo tu camino,
dame tu mano,
tu Espíritu me guíe,
sostén mi caminar

Andrés Opazo


DÍA DE AGRADECIMIENTO

La torta apareció cuando el día se desvanecía. 144 era el número sobre el merengue. Se encienden y comienza el canto. La festividad tiene uno de sus momentos culminantes. Es la razón del encuentro de familia y amigos. Luego vendrían otros. Aplausos para ambos festejados. El, 80. Ella, 64. Esta vez unieron la celebración y el goce que se prolongó hasta cerca de la una de la madrugada de un domingo especial. De expectativas por una eventual tercera copa internacional de fútbol, y también de preocupación por la desidia que podrían provocar las primarias presidenciales de dos sectores del escenario político. Preocupación por la democracia y por su legitimidad. Los resultados de ambos eventos ya son conocidos.

Volvamos al sábado. Se esperan sesenta personas. Las mesas se extienden en un corredor en ele y en una pequeña zona, la de los asados y preparaciones de disco. La cordillera nevada contrasta con el cielo azul y el verdor del campo. El día es un pequeño refugio de primavera. Soleado, caluroso. Las preparaciones a todo vapor. Destacan dos grandes sartenes semi cóncavos (wok) con humeantes porotos negros, preparados con todo el sabor de Centroamérica, por tradicionales manos chilenas. Cocción lenta y de aromas que combinan básicamente ajo, pimentón, cebolla, sal, laurel y caldo de ave. No sigo describiendo porque ustedes podrían salivar y pasarle la lengua a este blog, con perjuicios inimaginables para un computador asombrado.

Varias fuentes de ensalada reposan en una mesa central de una cocina amplia, luego del esfuerzo dedicado y lento de laboriosas personas. Repollo con palta. Lechuga, palmito, tomate y rúcula. Choclo, pimentón y cilantro. Repollo morado, garbanzos, espinaca y quinoa. Y no se diga el pebre para cucharear y colocar sobre pequeñas sopaipillas, amasadas con fervor experto. Todo a pedir de boca. Y una tradición de esa casa, la preparación de los discos, en este caso con carne de cerdo y de pollo, cocinados a leña. A todo le sumamos arroz blanco y comienza el festejo.

El agradecimiento se viene en pleno. Porque se unen los aperitivos, el infaltable pisco sour, la cada vez más frecuente presencia de espumantes y naturalmente la generosa presencia del vino.
Las personas que se habían acomodado en el gran jardín al costado de la piscina, gozando del sol de un mediodía intenso se fueron acercando a los aromas y comenzaron a participar con sus platos en esa mezcla multicolor de sabores que cada uno ordenaba a su real gusto.

Los murmullos permanentes de una gran conversación animada recorrieron las mesas extendidas de un almuerzo pausado. Sin tiempo. Luego, los cumpleañeros y sus hijos, de diferentes matrimonios, que ya conforman un grupo integrado de celebración,  abrirían los fuegos del canto, acompañados por sus parejas, guitarra y cajón. Los festejados, los de los 144 emocionándose con dos canciones dedicadas. Abrazos posteriores. Padres e hijos fundidos en un recíproco reconocimiento. Cada uno con sus historias de alegrías, zozobras, anhelos y tristezas. Pero todos vitales, sin duda para agradecer la conducta de sus padres. Ellos que tuvieron que hacerse cargo de sus aciertos y equivocaciones y los padres que supieron orientar ese barco de la formación de los hijos en aguas cálidas, tranquilas y también turbulentas. Imagino. Ahí estaban todos en el momento de pensar y decir, en canción, al oído y en intimidad, te quiero, te valoro, quizá lo podrías haber hecho de otra forma, haber tomado otras decisiones. Es posible, pero allí todos se fundieron en una sola plegaria de amor.

Luego vendrían otros cantos, de tantos cantores y guitarreros concentrados en una mesa larga de espalda y de frente a un jardín que a cada momento se transformaba en penumbra. Las letras de canciones tradicionales, de aquellas de un folclor muy conocido, otras picarescas que solo hablan de amor con ají, sal y pimienta. El reportorio es variado. Cada uno expresa en su canto el deseo de generar encuentro y comunidad. Nadie lo hace para lucirse. Hay voces que por sus registros, en los primeros acordes (¿estará bien dicho?) me provocan ganas de abrazar, por puro goce de escuchar tanta belleza. Todos se quieren brindar para el resto se alegre, se emocione y enaltezca su espíritu.
Celebración a la vida, en todas sus formas. Con calidez y humanidad. Con cercanía y solo con la certeza de la autenticidad.

Salimos de allí y nos hubiéramos quedado por horas, para que nada se acabara. Ni la comida, ni el canto, ni los alcoholes, ni los abrazos, ni los lágrimas contenidos. Que la generosidad se expandiera como la niebla de la mañana por todos los rincones de nuestra naturaleza.

Rodrigo Silva

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