¿QUÉ SE ESPERA DE LA VISITA DEL PAPA?
Con regocijo les invitamos a leer esta nueva entrada de LA PALABRA NUESTRA. Presentamos una entrevista de Rodrigo Silva con el Párroco de San Juan Apóstol, Vitacura, Osvaldo Fernández de Castro, quien además es Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal. Aborda el impacto que podrá tener su presencia para la conversación del país y de la iglesia. Estamos en total sintonía con el Papa, nos dice. Luego dos reflexiones de Andrés Opazo. Una sobre el escenario que encontrará el Papa en Chile y las esperanzas sobre su mensaje. Y la otra sobre la forma cómo sueña una Iglesia En Salida. Textos imperdibles, como lo es también la carta que envió a la Comunidad Religiosa SSCC, el 7 de julio, el Provincial de la Congregación, Alex Vigueras, sobre el primer día de Ema, antes “Borja” en el Colegio Manquehue. Texto compartido por el sacerdote Enrique Moreno, sscc. Finalmente, un breve reflexión de Laura Yáñez, de una mujer que nos enseña de generosidad y entrega. Una experiencia para confiar.
Esperamos que disfruten estos textos, los compartan y les sirva analizar y debatir. Hasta la próxima.
ESTAMOS EN
TOTAL SINTONÍA CON EL PAPA
Osvaldo Fernández de Castro es un sacerdote cercano. Desde hace
siete años es párroco de San Juan Apóstol, Vitacura. Ingresó al Seminario en
1994 y se ordenó sacerdote en abril de 2002. Es carismático y afable. Predica
corto y preciso. Pareciera no escucharse así mismo. Se preocupa de ser
escuchado. Si bien es Secretario
adjunto de la Conferencia Episcopal, hoy habla en nombre propio, aun cuando
participa activamente en la organización de la visita que hará el Papa Francisco
a Chile, en enero próximo. Su rol es ayudar en la Comisión de Contenidos. Trabajar en el
material. “Conocerlo, conocer su mensaje y prepararnos espiritualmente para
recibirlo.”
Estuvo con todos los obispos
chilenos en la visita que hicieron a Roma, en febrero pasado. Y a su retorno
organizó una charla en la parroquia y habló con toda libertad de los temas
tratados y de su impresión personal sobre la figura del Papa. Ahora conversamos
sobre la significación y el carácter que a su juicio tendrá la venida del Papa
a Chile, en enero de 2018 y su repercusión en la iglesia.
¿Qué representa para ti como párroco y para la iglesia?
En la iglesia chilena los curas
venimos, por mucho tiempo, trabajando en un ambiente adverso. Este tiempo ha
sido difícil. Hemos tenido que evangelizar en un ambiente bastante
contracorriente. Creo que la visita del Papa es un empujón muy importante para
seguir con esta tarea. Para nosotros los curas es como reanimarnos en lo que
estamos haciendo, porque estamos en total sintonía con el Papa. Eso es lo que
espero con esta venida. Que sea una renovación en nuestra labor pastoral.
¿Y desde el punto de vista de la conversación social chilena,
temas como aborto, abusos y otros de este carácter, cómo crees que van a
influir?
Creo que el Papa se va a referir a
los temas fundamentales de la sociedad chilena, de todas maneras. No cabe duda que va a tocar los temas
conflictivos. ¿Ahora, qué esperaría yo? Que confirme lo que estamos haciendo bien y
que nos aclare lo que eventualmente estamos haciendo mal. Por otra parte, espero
que nos saque de los problemas más locales y nos ayude a ponernos en un contexto
más universal. Nos ayude a cambiar la perspectiva.
¿Qué temas crees que el Papa debiera abordar en una visita de
esta naturaleza?
Me parece que retome en Chile los
temas que ya ha abordado en sus cartas. Creo que la alegría del Evangelio es un
tema muy importante para nosotros los cristianos, para enfrentar desde ahí la
misión cristiana. En segundo lugar, todo
el tema del cuidado de la creación, de la casa común, me parece que es
fundamental. Ojala que la visita a la Araucanía tenga ese tinte ecológico
porque es un tema que en Chile todavía
no lo tomamos en serio. Después el tema de la familia, que requiere afirmarla
sólidamente en nuestra sociedad. Y aquí me meto en los temas más conflictivos.
Primero, creo que vivimos una cultura bastante adversa con respecto a la
familia. A él le sorprende la velocidad con que han ido cambiando algunas leyes
en Chile que no promueven precisamente la familia.
Segundo, pienso que el Papa nos va
a ayudar a tomar conciencia de la urgencia de enfrentar la pobreza. El Papa le
da un lugar muy especial a los excluidos de la sociedad, los que quedan botados
en el camino. Y creo que ese discurso nos
hace muy bien a nosotros.
El tercer tema –estamos en una
contingencia chilena- la ley de aborto, la ideología del género que se enfrenta
no solo en Chile sino en otras partes. Creo que va a decir una palabra al
respecto y es importante que lo haga.
Y, en cuarto lugar, un tema clave
para entrar a la Araucanía y en otras partes, que es la paz. Paz que produzca
un rencuentro entre nosotros. Hoy estamos con sospechas frente a todos, frente
a las instituciones, las personas. Espero que el Papa nos ayude a entrar en
confianza, a recuperar las confianzas perdidas.
Este Papa se presenta como un gran reformador de la curia.
Habla de una iglesia distinta, en salida, que trabaja con los más necesitados.
Cómo entiendes esta visión del Papa. ¿Lo que tú haces en San Juan Apóstol
corresponde a esa misma visión?
El tema de la iglesia en salida
viene de Aparecida y refleja lo que es nuestra iglesia latinoamericana. Para nosotros es muy fácil entenderlo. Una
iglesia que misiona, que no se queda encerrada en el templo. Tal vez ese
concepto es más complejo en Europa. Este discurso del Papa nos pega muy bien
porque es muy nuestro. Es muy de la iglesia chilena. Tiene un discurso muy bonito porque el Papa sale a dialogar
con la sociedad actual, sin miedo. Y creo que como iglesia hemos tenido miedo
de tocar ciertos temas. Sentimos que la sociedad nos cuestiona, nos sentimos
como arrinconados. El Papa con mucha libertad nos plantea conversar, aprender a
escuchar, acompañar, discernir juntos. Escuchar, anunciar y servir que es lo
que hemos tratado de plasmar en las orientaciones pastorales chilenas en este
último período, que va totalmente en esta línea.
A mí lo que me encanta del Papa, y trato de
aplicarlo en la parroquia, es que no hay que tener miedo. Esto es construir
juntos, no es competir contra alguien. Esto es fundamental en este concepto de
una iglesia en salida.
¿Crees que a la iglesia chilena le hace falta más
transparencia, más apertura, una conversación más franca, con más confrontación
en todos los temas?
A mí me toca trabajar en la
Conferencia Episcopal y allí se conversan todos
los temas. En las reuniones con los obispos se conversa todo con mucha
transparencia y con muy buena intención. ¡Qué ganas de trasmitir eso hacia
afuera! Eso nos falta. Mostrar esa fraternidad y transparencia que se da a
nivel de los pastores.
La agenda de la visita del Papa ¿es una propuesta por la
Conferencia Episcopal o es una decisión del Vaticano?
Las dos cosas. La Conferencia
Episcopal le hace una pequeña propuesta, muy simple y general y allá la acogen.
Se presenta un plan para tres días. Las visitas a la Araucanía y a Iquique son
propuestas por la Conferencia y aprobadas inmediatamente por la Santa Sede, porque
son temas muy contingentes y apropiados para la visita.
Tú conociste personalmente al Papa. ¿Cuál es la impresión
como ser humano? ¿Qué rasgo te parece sustantivo?
Dos cosas, cuando estuve con él, con
todos los obispos chilenos. Al entrar dije, seguramente estoy con una de las
personas más importante del mundo. A los cinco minutos me sentía en Punta de
Tralca con los obispos chilenos. Y eso
refleja algo muy importante del Papa, porque sin perder su impronta, es muy
sencillo, es muy simple y cercano. El repitió a los obispos chilenos, cuatro o
cinco veces la palabra cercanía. Y eso te demuestra que sus gestos no son
improvisados. Son consecuencia de una mirada teológica y eclesial de la
realidad. Es simple, sencillo, cercano, profundo, contundente. Esa es la
mirada.
El nombramiento del Obispo Barros ha generado gran polémica.
El Papa descalificó a quienes en la comunidad de Osorno se oponen- Hechos como ese ¿tendrán alguna repercusión en
esta visita?
Creo que sí. Tendrá repercusiones.
Yo creo que se equivocó con lo que dijo. Ahora, el nombramiento es otro tema
mucho más complejo.
Imaginémonos en marzo o abril del 2018, concluida la visita
del Papa. ¿Cómo ves a la iglesia chilena en perspectiva?
Le da una continuidad muy
interesante, porque en marzo y abril se anunciará un congreso eucarístico que
será en octubre del próximo año. Queremos renovar nuestras misas y asambleas
dominicales, queremos llenarnos de vida. Y el impulso del Papa será muy importante
para refrescar los temas de conversación en nuestro país. Espero que tenga frutos en el ambiente, en la
confianza, en la alegría de poder encontrarnos. Espero que estemos en un
ambiente mucho más positivo luego de la visita del Papa. Voy a hacer lo posible
para que así sea.
Rodrigo Silva
EL PAPA EN CHILE
Hace unos días
escuché de labios de un católico practicante, una opinión negativa respecto de
la próxima visita del Papa Francisco a Chile. Como sucede a menudo, sentencias
expresadas en primera persona transmiten un sentir compartido en un cierto
medio social; de allí que deban tomarse en serio. Desconfiaba del Papa por sus
dichos en Bolivia sobre la legitimidad de su aspiración de acceso al mar. Algo
relativamente similar me había ocurrido meses atrás en Buenos Aires, al
escuchar a una ferviente católica sostener que el Papa estaba contra Argentina.
Algo tan inesperado sólo podría explicarse por el cuestionamiento que la
Iglesia Argentina hacía de las reformas neoliberales del gobierno de Macri, las
que afectaban a la clase media y sobre todo a los más pobres. Entonces, quien no
estaba con Macri, estaba contra Argentina, tal como en nuestro país en un
momento, cuando el que no estaba con Pinochet estaba contra Chile. El tema
planteado es, pues, que la visita del Papa podría acarrear problemas. ¿Qué
pensar al respecto?
Y esa mirada reticente
la asocié a una columna de opinión de Carlos Peña sobre un tópico diferente. Aludía
al Cardenal Ezatti que, al ser consultado sobre la posibilidad de que Francisco
impugnara en Chile la ley de aborto en discusión, sostenía Ezatti que el Papa
no le crearía problemas al gobierno de Chile. La columna criticaba el eventual
pragmatismo del Cardenal, contrastado con el deber de fidelidad a convicciones
y principios. En efecto, si el Papa creyese que todo tipo de aborto es un
asesinato, incluso en las primeras semanas, debería decirlo claramente, aunque
no cayese bien.
Debe esperarse
que, efectivamente, el Papa nos plantee problemas. Si su visita no trajera más
que halagos y bendiciones, seguramente no sería coherente con la opción de
Jesús en su tiempo. Ya nos lo advirtió desde Bolivia sobre el reclamo del mar.
Tenemos más de 4.200 kilómetros de costa; nada perderíamos si cediésemos unos
cuantos a un pueblo hermano. Sería un gesto de amistad y solidaridad, válido en
sí mismo, aparte de un paso hacia una integración que mucho nos beneficiaría.
El nacionalismo provinciano no sólo es anticuado y paralizante, sino que se arraiga
en un egoísmo colectivo sin ningún asidero en el Evangelio.
Actualmente el
Papa Francisco se sitúa a la cabeza del rechazo moral de personas e
instituciones que se alzan contra un sistema financiero y económico impuesto
por un puñado de millonarios, que margina, empobrece y mata a los
desfavorecidos en los cinco continentes, los que no son meras cifras sino familias,
naciones, seres de carne y hueso. El mismo sistema que amenaza la supervivencia
humana en el planeta, que convierte el agua en propiedad privada, mientras
contamina los ríos, los mares y la atmósfera. La Encíclica Laudato si sobre
ecología, recogió el grito de la tierra y de los pobres. Obviamente, no podría
ser bien acogida por los poderes económicos ahora vigentes. ¿Podría esperarse
otra cosa?
El Papa
acudirá a la Araucanía y a Iquique, lugares de dolor para un país que desea
vivir en armonía, paz y justicia. Una señal preocupante. El pueblo mapuche no
es sólo el que soporta la mayor pobreza, sino uno que ha sido históricamente
avasallado. Su territorio y autonomía fueron respetados por la corona española.
No así por el Estado chileno, que arrasó a sangre y fuego con su tierra y
gobierno propio, movilizando su ejército después de la Guerra del Pacífico.
Luego vinieron los grupos económicos y sus capitales para hacerse dueños de sus
mejores tierras e instalar allí una industria forestal, relegando al pueblo
mapuche a las de menor calidad productiva. Ese pueblo hoy reclama respeto por
su cultura, su cosmovisión, su sentido de comunidad, su economía respetuosa de
la madre tierra.
Francisco
también se hará presente en Iquique, región probablemente escogida como símbolo
de un norte chileno que alberga a decenas de miles de inmigrantes, los más
pobres de los países vecinos, de Colombia y Haití, forzados a dejar su ambiente
cálido y conocido para buscar mejores horizontes económicos. Impresiona ver
cómo acuden a enviar a sus familiares el dinero ganado con su sacrificio.
El Papa es una
persona educada y conocedora de los usos diplomáticos. No provocará escándalos
(quizás sí, a algunos más sensibles), pero pondrá el dedo en las llagas de la
conciencia nacional. Lo oirán quienes deseen oírlo. Sólo su gesto de ir a
abrazar a los más desfavorecidos, mapuches e inmigrantes, es señal de anuncio
evangélico. Este es un Papa que decidió no ocuparse sólo de los asuntos de la
Iglesia, sino del mundo sufriente y postergado. Digamos, decidió meterse en
política. Tal como Jesús quien, en vez de ir a predicar a las esferas de poder,
se dirigió a los últimos de Palestina. Convivió con campesinos abrumados por
deudas impagables a los terratenientes, con los enfermos, mendigos,
prostitutas, todos ellos estigmatizados por el poder político y religioso que
los consideraba impuros y pecadores. Desde ese lugar social pudo exclamar: “Ay
de vosotros los ricos, porque habéis recibido vuestro consuelo. Ay de vosotros
los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre”. (Lucas VI, 24-25) Si el
Evangelio no nos problematiza, es que no llegamos a escucharlo.
Andrés Opazo
UNA
IGLESIA EN SALIDA
Es
la Iglesia deseada por el Papa Francisco que viene a Chile. ¿Qué podría
significar? Sin duda, una comunidad convocada por Jesús, que sale de sí misma y
se proyecta hacia el desarrollo humano del mundo. Me arriesgo a soñarla.
Una
red de comunidades fraternales
Que
se reúnan en nombre de Jesús para orar, dar gracias y celebrar la vida a la luz
del evangelio. Que sean un espacio de mutuo apoyo, en donde se comparten las
alegrías, los conflictos y los dolores. Que alienten a la compasión y acogida a
los caídos, pecadores y despreciados en la sociedad. Que trasciendan asuntos
burocráticos internos, para acompañar a los que sufren, a los más desposeídos.
Que colaboren en sus luchas y empeños de superación, y salgan en defensa de los
que padecen atropellos, en las familias, en el barrio o en el entorno en que
viven.
Una
minoría solidaria con todos los esfuerzos por un mundo mejor
Que
haga suyos los humanismos de todo cuño. Sea capaz de auscultar todas las
corrientes de pensamiento y de acción, las inquietudes y los esfuerzos de
personas, grupos o movimientos hacia sociedades más humanas, de mayor justicia
y dignidad, y de mayor cuidado de la calidad de la vida y el medio ambiente.
Que contribuya, sin ambiciones de protagonismo, con todas las causas que
merecen respeto y apoyo. Que impulse un real ecumenismo religioso sin tentación
de hegemonía.
Una
Iglesia que se gobierne en democracia
Que
al entenderse a sí misma como pueblo de Dios, se organice y administre en
consecuencia. Que la elección de los cargos directivos se realicen con
participación de las comunidades, incluidos sacerdotes y obispos, para ser
luego consagrados por los pastores ya constituidos. Que, como en una genuina
democracia, todos sin excepción, al cesar en su cargo, se reincorporen como uno
más a una comunidad de hermanos iguales. Que los diáconos, sacerdotes y obispos
puedan ser varones o mujeres, casados o solteros, heterosexuales u
homosexuales, pues lo importante es que sean idóneos para acompañar a la
comunidad en el seguimiento de Jesús.
Una
Iglesia que se piensa a sí misma en el mundo de hoy
Las
comunidades necesitan orientación y estímulo para desempeñarse en la vida a la
luz de su fe, en medios cada vez más secularizados. Ello demanda núcleos de
reflexión y formación de sus dirigentes en los distintos niveles, en donde se
elabore y difunda una comprensión de sí mismas como minorías en un mundo
diverso. Se requiere de centros de pensamiento, libres, creativos y dialogantes,
conocedores de los aportes de las ciencias sociales y de la cultura, para dar
cuenta de la diversidad antropológica de los pueblos en donde se ejerce la
misión, con sus anhelos, promesas, conflictos y deficiencias. Centros de
profundidad y relevancia teología, que ahonden sobre la palabra y la vida de
Jesús, su proyecto del reinado de Dios en el mundo, y sobre la estructura y
organización de una Iglesia funcional para el anuncio del mensaje en cada
contexto cultural. Y que de estos centros se nutra la catequesis y la
predicación.
Una
iglesia en salida es, pues, aquella capaz de repensarse a sí misma y de
reactualizarse siempre en fidelidad a Jesús, y con una mirada positiva y
amorosa hacia el mundo de hoy. La Iglesia del siglo XXI no tiene por qué ser
parecida a la del siglo XIX. Ningún temor debería tener cabida en su
transformación, si se alberga una firme confianza en Espíritu Santo prometido,
que no dejará nunca de guiar a una iglesia que se convoca en su nombre.
Creer en el Espíritu es creer en la historia como historia de la
Salvación… Yo creo en el Espíritu que anima hoy los grandes esfuerzos de
liberación que tienden hacia una universalidad humana concreta, diversa, y por
ello capaz de comunión ofrecida a la igual dignidad y al libre encuentro del hombre
y de la mujer, de las etnias, de las culturas… Yo sé bien que, desde fuera de
nuestras iglesias, muchos hombres buscan el Dios de Amor que solamente el
Espíritu puede darnos a conocer y a amar… La Iglesia, en diversos momentos de
su historia, ha tenido miedo del Espíritu, ha cesado de ser mística y creadora,
para convertirse en jurídica y moralizante. Entonces, las ventiscas del
Espíritu han soplado en su periferia y a veces contra ella, con una gran
exigencia de vida creadora, de justicia y de belleza. “Hay ateos rutilantes de
la palabra de Dios”, decía Peguy, y ha sido siempre así… Nuestra Iglesia no tiene nada que temer de las
críticas que le vienen de afuera, si ella sabe escucharlas como una llamada de
Dios. Ella no puede bloquear las puertas para disponer con mayor seguridad de
ella misma. En cada instante, Ella se recibe a sí de Dios para ser enviada sin
cesar, inmersa en el mundo, pobre, modesta, fraternal, mensajera de alegría,
prestando su voz a los pobres, a los hombres que son torturados, que son
muertos, a todos aquellos que nos gritan silenciosamente el Evangelio”. (Extracto
de una homilía del Obispo de Orléans, Guy Riobé, al año siguiente de la
finalización del Concilio Vaticano II)
Andrés Opazo
LA RESURRECCIÓN DE EMA
El lunes de
resurrección Ema se veía particularmente feliz, conversando con todo el mundo,
jugando en los recreos. Parecía que todos querían estar con ella. Ese fue su
primer día oficial como niña en el Colegio. Hasta el viernes anterior era
“Borja”, un niño tímido y retraído. Ema es alumna de 3º básico en el Colegio
Manquehue, una niña transgénero que vivió ese día lunes como lo que era: un día
de resurrección. Durante las semanas previas se había hecho un trabajo intenso
con sus compañeros y compañeras, que fueron los que menos se complicaron: “Pero
si ya sabíamos que es niña”, decían. Como una manera de preparar el terreno,
los papás de Ema fueron conversando con el equipo directivo, con los profesores
y apoderados. Creo que el hecho de que hayan sido ellos los que prepararon a
los otros papás y mamás hizo las cosas más fáciles. Acercarse a la historia de
Ema a través de ellos fue conmovedor. Saber que lo primero que dijo, cuando
aprendió a hablar, fue: “Soy una niña”, que utilizaba un polerón en la cabeza a
manera de cabello de mujer; que transformaba el carro de supermercado en coche
de muñecas, el casco en cartera. Y que saltó de alegría cuando en el verano
recién pasado le regalaron su primer bikini.
Han sido muchos
los apoderados que nos han agradecido por el apoyo que le hemos dado, como
Colegio y como Congregación, a Ema y su familia. Nos han dicho que se sienten
orgullosos de estar en una institución así de inclusiva. No han faltado algunas
opiniones en contra, pero han sido pocas, poquísimas, la verdad.
Esta semana
recién pasada Andrés Moro, nuevo vicario de la educación, invitó a Fernando
Maffioletti, rector del Colegio Manquehue, para una reunión junto a los jefes
de área. Pensábamos que podía venir la temida “mano que aprieta”. Pero en lugar
de apretarlo, lo felicitaron por la manera en que se han hecho las cosas. Sobre
todo, por poner en el centro del foco a Ema, por buscar siempre lo mejor para
ella.
A partir de esto
he pensado en la enorme diferencia que existe entre discutir temas en abstracto
y tener esa realidad frente a uno, en una persona concreta. ¡Qué fácil es
despachar estas situaciones diciendo que son “ideologías de género”! como si al
pronunciar esa sentencia la realidad evocada desapareciera. Nunca debemos
olvidar que somos discípulos de Jesús, el Hijo de Dios que hizo reventar muchas
de las leyes de su tiempo para que, una y otra vez, tomemos conciencia de que
el sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado.
Sin siquiera
sospecharlo, Ema y su familia nos han regalado una brisa de Evangelio.
Alex Vigueras sscc
Y VERÁS CÓMO QUIEREN
EN CHILE …
No nos veíamos hacía mucho tiempo. Ella era mi par en
Brasil. Nos conocemos hace más de quince años, compartimos muchas reuniones
latinoamericanas, muchos viajes, y hoy ya no está en la empresa.
Vino de vacaciones a Chile con su familia. Yo no conocía
a su marido ni a sus niños aun cuando miles de veces vi las fotos. El marido, amoroso,
habla portuñol, los niños chicos, pero altísimos -ella y él lo son- no hablan
español. Ella sí habla bastante.
Almorzamos en un restorán chileno en pleno Providencia. Se
atrasaron muchísimo en llegar al punto que creí que se habían perdido. Pero no,
había mucha gente en el teleférico. ¡Comenzaron las vacaciones de los colegios!
Fue muy entretenido y bonito el encuentro. Es notable cómo
se puede construir el cariño con personas que conoces en el trabajo. Pero eso
no es lo que quiero relatar.
Ronaldo me cuenta que llegaron el día anterior de
madrugada. Arrendaron un departamento en Providencia, en la plataforma
“Airbnb”, y se comunicaron vía mail y luego por whatsapp con la dueña. Su gran
preocupación era como encontrarse físicamente con las llaves del departamento,
máxime si llegarían tan tarde.
La señora les ofreció ir a buscarlos al aeropuerto. ¿Cómo
podía ser? Llegarían a las dos de la mañana.
Ella insistió y contra las desconfianzas
y dudas que esto provocaba en mis amigos, con toda razón por lo demás, fue a buscarlos en un auto adecuado, donde
cabía cómodamente la familia y sus maletas. Les contó que hoy su opción de vida
era esa: acoger extranjeros y dedicarles su tiempo. Los paseó por algunos
barrios de Santiago, un mini city tour nocturno que solo pretendía orientar en
algo la estadía en nuestra capital.
Esta señora anónima, compartió amorosamente con mis
amigos, los acogió y recibió, provocando una emoción tremenda en Ronaldo que me
contó esto con los ojos vidriosos.
Esta señora está llena de amor, quiere vivir así, en armonía con el prójimo,
tiene a Jesús en su corazón y vive el Evangelio.
Laura Yáñez
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