DERRIBANDO MITOS

Andrés Opazo se pregunta qué tipo de respuestas entrega la teología actual a las inquietudes e interrogantes de muchos cristianos  ¿Existieron realmente Adán y Eva? ¿Cometieron un pecado tan grave como para empecatar a la humanidad entera? ¿Habrá creado Dios un infierno para el castigo eterno de los pecadores?
Y Rodrigo Silva nos plantea algunas inquietudes acerca del Evangelio del domingo recién pasado. Amarás a Dios y al prójimo como a ti mismo. Finalmente, una invitación para este sábado 4 de noviembre a un Encuentro de Acogida,  en el Saint George´s College, especialmente para quienes tienes una profunda aflicción por la pérdida o la enfermedad de un ser profundamente querido.
Como siempre, nuestra invitación para compartir los contenidos de este blog y para recibir sus comentarios o escritos sobre los temas que les parezcan adecuados para enriquecer el debate.  


EXIJO UNA EXPLICACIÓN

Me he encontrado con cristianos que ya no creen en verdades aprendidas desde el catecismo, y que se mantienen escépticos en su fuero interno, pero sin hacer mayor ruido. No se atreven a expresarse, quizás culposos de su poca fe. Y así siguen, silenciosos, aunque sin apartarse del sentido común del mundo en que viven. Por su parte, las autoridades de la Iglesia parecen ignorarlos como adultos reflexivos, y mantienen al laicado en un infantilismo religioso, a veces contracultural. Con el agravante de que muchos de los temas cuestionados ya han sido abordados por teólogos y especialistas en las Sagradas Escrituras, que han proporcionado respuestas razonables, idóneas para madurar y contextualizar nuestra fe. ¿Por qué no se difunde un pensamiento renovador? ¿Por temor a debilitar la doctrina? El Papa Francisco nos ha llamado a hacer ruido. Me parece legítimo también que los laicos griten, como Condorito: exijo una explicación.

Veamos algunos ejemplos de preguntas válidas:
·         ¿Existieron realmente Adán y Eva? ¿Cometieron un pecado tan grave como para empecatar a la humanidad entera?
·         ¿Habrá creado Dios un infierno para el castigo eterno de los pecadores?
·         ¿Es Jesús en sí mismo un Dios, y no sólo un profeta extraordinario?
·         ¿Hay que creer en la virginidad de María antes y después del parto?
·         ¿Habrá una vida eterna después de la muerte?

Podrían multiplicarse preguntas como las anteriores, todas ellas abordadas por teólogos alertas a la vida. Pero, ¿disponen los cristianos de oportunidades para plantear sus dudas, muchas de ellas ampliamente compartidas? Creo que tienen derecho a recibir una palabra destinada, no sólo a satisfacer curiosidades intelectuales, sino principalmente a procurar que la fe ilumine la vida real. La teología se ha aproximado al misterio de Dios desde preguntas similares a las nuestras, y ha meditado sobre el anuncio de Jesús y sus implicaciones en lo personal y lo social. ¿Por qué no existe una catequesis adaptada a nuestra mentalidad? Mientras miles de cristianos se preguntan por su fe, nuestros pastores parecen temerosos de novedades que, quizás, lo son sólo para ellos. No existen instancias de comunicación y reflexión comunitaria.

La teología volcada en la catequesis tradicional de la Iglesia, ha respondido a preguntas hechas por pensadores cristianos de muchos siglos atrás. Versan sobre cómo entender a Dios, a Jesús como Dios y Hombre, como objetos o sujetos en sí mismos, en su esencia; buscan verdades bien definidas conceptualmente. Los cristianos de hoy nos hacemos otro tipo de preguntas. No pretendemos acotar el misterio de Dios y no nos preocupamos mucho por definir la naturaleza esencial de Cristo. Por así decirlo, nos interesa más lo existencial que lo doctrinal. Por ejemplo: qué le aporta a mi vida el que Dios se haya revelado en el hombre Jesús; o qué impacto puede tener esa revelación en la convivencia como sociedad, en qué consistió el mensaje de Jesús anunciado en su tiempo, y qué puede implicar en nuestra vida y sociedad actual. Ahora no nos hacemos preguntas abstractas sobre realidades eternas del más allá. Si confiamos en el anuncio de Jesús sobre un Dios que no nos condena, sino que nos ama a todos, nos preocuparíamos, más bien, de tratar de hacerlo realidad en nuestra existencia concreta, es decir, en lo que me atañe como persona en el contexto de la convivencia con otros en sociedad.

Bienvenidas, entonces, las preguntas. Y ellas son variadas según el contexto en que se formulan. Hoy existe una teología feminista, que interroga a la fe desde la condición real y no ideal de las mujeres; una teología negra, desde la experiencia de discriminación racial; una teología de la liberación, desde la realidad de los postergados de nuestra sociedad; una teología de la Tierra como casa común, desde la tendencia abusiva y destructiva del planeta. Las preguntas reflejan una inquietud por comprender nuestra fe, no en abstracto, sino desde el contexto vivido. Y la teología ha sido definida, justamente, como la fe en busca de comprensión.

Si es así, todos intentamos hacer teología. Pero no se nos pide a cada uno inventar la rueda. Hombres de fe profunda, estudiosos y conscientes del mundo en que viven, numerosos teólogos de profesión, ya nos han abierto caminos. Pero no se comunica su aporte a la comprensión de la fe de los simples cristianos. Desgraciadamente, existe una teología académica, elaborada por especialistas en las universidades. O una teología clerical, gestada al interior de la Iglesia como institución. O una teología célibe, de monjes desconocedores de realidades familiares, afectivas y de la sexualidad. En consecuencia, no podría extrañar que surja una teología inspirada en el contexto de vida, que cuestione doctrinas que una vez se dieron por eternas. En culturas y experiencias de vida muy diversas a lo largo del tiempo y por toda la extensión del espacio, es poco probable que permanezca una ortodoxia total. Es comprensible, entonces, que la innovación se haga muy difícil para la Iglesia. Pero la exigencia de repensar la fe es urgente, si ella pretende seguir vigente en sociedades modernas.

Llama la atención que, en un encuentro reciente de teólogos de América y de España, haya asistido un solo teólogo chileno, quien probablemente no ejerce su misión en Chile. A mi entender, sólo Jorge Costadoat interviene en el debate nacional. ¿Qué hace la Facultad de Teología de la Universidad Católica?

Por último, los cristianos tenemos un criterio para discernir en cuestiones de fe. Lo único decisivo es que el mensaje de Jesús es una Buena Noticia. Si alguna doctrina o algún pasaje de la escritura deja de ser buena noticia, deberíamos buscar una interpretación adecuada. Por eso yo no podría creer en el infierno como castigo eterno; contradiría la noción de Dios como Creador, Padre amoroso de todos, cuyo abrazo nos espera al final.

Andrés Opazo


AMAR AL PRÓJIMO

Leyó el Evangelio como lo hacen muchos. Algo rápido, como es su costumbre, porque sabe que luego viene una reflexión. En este caso fue corta y precisa. Amar al prójimo constituye la esencia del ser cristiano y católico. Dijo. Porque prédica corta, puede ser buena o mala, profunda o superficial, pero no es criticada. Así lo dijo.  Y sí, fue corta la prédica del sacerdote en la misa dominical referida al Evangelio de Mateo. “ … Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas”.

Fue corta pero me remeció. Qué manera tan directa de interpelarnos. ¿De qué forma expresamos ese amor? ¿Estamos verdaderamente conscientes de vivir enfocados en el amor a los demás, a todos los demás, no sólo a quienes nos rodean, sino a todos aquellos que sufren, que no tienen oportunidades, que viven en la desesperanza? ¿A todos aquellos que están llegando a nuestro país en busca de estabilidad para forjar una nueva vida? ¿A personas de diferente color, distintas costumbres y vestuario multicolor? Amar al prójimo es una actitud de vida, una forma de entender que el amor a Dios se expresa en el amor a los demás. A todos, sin excepción.

“La afirmación de Jesús es clara,” dice José Antonio Pagola al comentar este Evangelio.  “El amor es todo. Lo decisivo en la vida es amar. Ahí está el fundamento de todo. Lo primero es vivir ante Dios y ante los demás en una actitud de amor. No hemos de perdernos en cosas accidentales y secundarias, olvidando lo esencial. Del amor arranca todo lo demás. Sin amor todo queda pervertido.

“Al hablar del amor a Dios, Jesús no está pensando en los sentimientos o emociones que pueden brotar de nuestro corazón; tampoco nos está invitando a multiplicar nuestros rezos y oraciones. Amar al Señor, nuestro Dios, con todo el corazón es reconocer a Dios como Fuente última de nuestra existencia, despertar en nosotros una adhesión total a su voluntad, y responder con fe incondicional a su amor universal de Padre de todos.

“Por eso añade Jesús un segundo mandamiento. No es posible amar a Dios y vivir de espaldas a sus hijos e hijas. Una religión que predica el amor a Dios y se olvida de los que sufren es una gran mentira. La única postura realmente humana ante cualquier persona que encontramos en nuestro camino es amarla y buscar su bien como quisiéramos para nosotros mismos.

Todo este lenguaje puede parecer demasiado viejo, demasiado gastado y poco eficaz. Sin embargo, también hoy el primer problema en el mundo es la falta de amor, que va deshumanizando, uno tras otro, los esfuerzos y las luchas por construir una convivencia más humana.” Estas son las palabras de Pagola, sacerdote español de 80 años.

Parece evidente que muchos de nosotros estamos centrados en nuestro propio yo. Es posible que ni siquiera nos preocupemos de aquellas personas a las cuales decimos querer. Mucho menos de los demás. Por eso creo que este Evangelio en particular nos debiera remecer en lo más profundo de nuestro corazón. Abrirlo para acoger, para pensar en las necesidades de tantos seres humanos que están a nuestro alrededor, en lo más próximo de nuestra vida, y contribuir. Hacerlo.
Es un llamado a nuestra humanidad, sensibilidad y conciencia.

Se imaginan que cada día amaneciéramos con la disposición de la madre Teresa para hacer feliz a la gente, a la que está más próxima, o preocuparnos de aquellos que nos necesitan sin gritarlo, pero que sin embargo postergamos para después porque el tiempo es tan breve y estamos siempre tan ocupados.  Difunde el amor donde quiera que vayas. No dejes que nadie se aleje de ti sin ser un poco más feliz, decía ella.

“Amarás al prójimo como a ti mismo”. Es una convocatoria a la humildad. Para que veamos a todos los seres humanos en el mismo nivel, como iguales, sin discriminaciones, sin preguntarles en qué colegio estudiaste o dónde vives …  ¿Se entiende, verdad? Acabar con los prejuicios. Tener la capacidad de no juzgar ni descalificar. Ver nuestra propia fragilidad y acoger. Saber perdonar. En fin, amar, que es un acto de entrega, sin condiciones, sin transacciones. Sé, por experiencia, que nos cuesta tanto, pero ese es nuestro desafío. ¿Seremos capaces?

Rodrigo Silva


¿TIENES UN DOLOR MUY PROFUNDO?

Hay circunstancias en la vida en que pareciera que todo se derrumba y nos sentimos sin fuerza. Sobre todo con la partida o la enfermedad de un ser profundamente querido. Nos revelamos y exigimos explicaciones. No queremos sufrir. Quizá somos poco generosos o más bien egoístas. Puede ser. Pero debemos enfrentar y superar un dolor de esta naturaleza. Por eso quisiera invitarles a todos quienes leen este blog a participar de un Encuentro de Acogida, este sábado 4 de noviembre, de 9:30 a 13:00 en el Saint George´s College, Av. Santa Cruz 5400, Vitacura, Santiago.

Es una experiencia para acogernos y escucharnos desde la intimidad de nuestro corazón.
Contaremos con la guía y ayuda de Guillermo Villaseca y Anita Respaldiza, ambos  del Centro de Acompañamiento Espiritual Santa María.
Puedes llegar directamente a la hora señalada o inscribirte previamente, sin costo alguno, señalando que desear participar en el Encuentro de Acogida, a correo mdowney@georgian.cl

Rodrigo Silva

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