¿CÓMO SUPERAR NUESTRO ENCIERRO Y AMPLIAR EL HORIZONTE?
Chile se prepara para una larga festividad. El gran 18 de este año se prolongará por varios días. Previo, el 11 de septiembre, una fecha difícil y dolorosa. Cuarenta y cinco años han pasado desde el bombardeo a La Moneda y el inicio de una larga dictadura. En esta entrega Andrés Opazo analiza este aniversario desde una mirada centrada en Jesús, que “se indignó ante la situación inhumana de la muchedumbre excluida. A los mercaderes del templo los expulsó a latigazos.”
Presentamos a continuación la reflexión del sacerdote Alvaro González sobre la apertura que necesitamos para salir de nuestro propio encierro, a propósito del Evangelio de Marcos del domingo pasado. Y Rodrigo Silva finaliza con una breve historia acerca de una mujer sorda, que luchó por la vida con todos sus sentidos, superando limitaciones y demostrando que todo es posible.
Para analizar, compartir y debatir. Nuestro blog abierto para todas las opiniones, para enriquecernos en las diferencias.
A 45 AÑOS
DEL GOLPE CÍVICO-MILITAR
Una mirada
desde Jesús
Sobran las interpretaciones según sea
la propia condición, la de vencedor o de vencido. Por mi parte, y puesto que me
pongo de lado de los vencidos, puedo mirar los hechos desde la óptica de Jesús
de Nazaret. Él se puso siempre de parte de los últimos, los enfermos, los
miserables y sufrientes, la masa que no contaba. Soy consciente de que no puedo
imponer a nadie mi postura, ya que entre los cristianos nos hemos formado
imágenes muy diversas de Jesús. Pero la
mía es al menos legítima; se nutre del Jesús histórico del que hablan los
evangelios.
La espiritualidad de Jesús, su
sentimiento e inspiración más profunda, fue a la vez de carácter místico y
político. Él fue un hombre unido íntimamente a Dios, su Padre; escapaba del
gentío para estar solo con El, y pasaba noches enteras en oración. Por otra
parte, anunciaba un orden nuevo según su Voluntad, el Reinado de Dios entre los
hombres, un solo mandamiento de amor eficaz, una convivencia digna de hermanos,
hijos del mismo Padre. ¡Bienaventurados los pobres! ¡Ay de vosotros los ricos
que ya habéis tenido vuestra recompensa!
Se argumenta que el Golpe tuvo como
causa la crisis de la democracia. Pero yo no creo en esta visión tan difundida.
La historia dice otra cosa: en Chile nunca hubo una verdadera democracia, y
cuando se quiso avanzar sustantivamente hacia ella, se la dinamitó. En efecto,
escasas familias controlaron el poder desde la Independencia. A comienzos del
siglo XX, la protesta por la vida inhumana de los de los trabajadores del
salitre acarreó masacres. Pero la organización popular defensiva se fue
fortaleciendo. A ese ritmo emerge también esa gente de “medio pelo”, la clase
media, que derrota electoralmente a la aristocracia con el Frente Popular.
Luego, el gobierno de Frei Montalva introduce cambios profundos: reforma
agraria, sindicatos campesinos, organización a nivel poblacional,
nacionalización pactada del cobre. La derecha política y económica ya ponía el
grito en el cielo. Pero el proceso de ampliación y diversificación democrática
se profundiza con el gobierno de Allende. Adquieren voz y voto los obreros, los
campesinos, los estudiantes, los jóvenes, las capas medias. En un contexto
internacional de guerra fría, los que detentan el poder económico amenazado,
recurren primero a los Estados Unidos y luego a las Fuerzas Armadas. Es el fin
de todo intento de progreso auténticamente democrático.
Reflejo de la ausencia de un verdadero
espíritu democrático es la recurrente queja de empresarios y políticos de
derecha sobre el conflicto existente. “El país quedó agotado de la
confrontación durante el gobierno de Bachelet: Sebastián trajo un nuevo aire”
(Entrevista a Pablo Piñera. La Tercera, domingo 5 de agosto). Olvida que la
democracia nace justamente para canalizar en forma civilizada el conflicto,
algo siempre existente en toda sociedad de intereses distintos y opuestos. Ella
se sustenta en la negociación, no en la exclusión del débil. De ahí que
reconocer el conflicto y sus causas en un debate democrático, sea el primer
paso para una convivencia pacífica.
Asociada a este horror al conflicto,
nada desinteresado por supuesto, está la frecuente queja de que el odio es lo
que mueve al contrario, al oponente. Me lo aseguraba hace unos días una persona
por la que siento gran cariño. En esta visión, no existiría la confrontación de
ideas razonadas, sino simplemente el odio. En principio, no podría descartarse
el odio como ingrediente del comportamiento humano, pero resulta obvio que la
burla y la descalificación del oponente no es atribuible a un solo sector
político. Pero el odio no es fecundo en política; es sólo un sentimiento
destructivo de aversión hacia el otro. En vez del odio, prefiero hablar de
rabia o cólera, surgida siempre de una contrariedad, de una carga insoportable
por haber sido impuesta. Y la rabia cesa sólo cuando se acaba con el mal que la
origina. Y esto sí que puede ser socialmente constructivo. Las revoluciones
francesa o soviética nacen de una furia hacia la nobleza indolente ante el
sufrimiento de los sometidos. En política, pues, no interesa tanto el
sentimiento subjetivo, sino la remoción de la causa.
En el Chile de hoy existe mucha rabia,
y ella tiene causas concretas. Por una parte, la mayoría de la población gana
sueldos tan bajos que la familia no se sostiene sin el trabajo de un padre, de
la madre o de hermanos, todos obligados a soportar horas de transporte, urgidos
y endeudados. No cabría extrañarse que a muchos niños los espere el SENAME, o
que jóvenes sin expectativas sean tentados por la delincuencia, y tengan la
cárcel como destino natural. Además, ancianos de una vida entera de trabajo
recibiendo pensiones miserables. En estas circunstancias, todos ven por
televisión la vida cada vez más regalada y lujosa de los pudientes
circunscritos a sus barrios exclusivos. Y deben soportar discursos sobre las
leyes de la economía, responsables de que los recursos no alcancen para todos.
¿Podría esperarse otra cosa que una gran desconfianza y rabia?
A la par, persiste el pacto de secreto
y la impunidad en torno a la violación de los derechos humanos en dictadura.
Madres que han deambulado de puerta en puerta en busca de sus hijos o esposos
detenidos y desaparecidos. Se dijo una vez que se habían matado entre ellos en
el extranjero, los mismos que después aparecieron calcinados en los hornos de
Lonquén. La rabia profunda no se cura sino con la verdad, la justicia y la
reparación.
También causa rabia el que la demanda
del pueblo mapuche, sustentada en acuerdos internacionales, tenga como
respuesta la especialización técnica y militar de los aparatos represivos del
Estado. El resentimiento acumulado por generaciones, no cederá hasta la
devolución de tierras usurpadas, hoy en manos de empresas forestales propiedad
de los grandes grupos económicos.
He mencionado tres situaciones de
dolor y humillaciones. Se podrían agregar otras, como la discriminación por
razones de género, o el productivismo destructor del medio ambiente y la
naturaleza. Nada de ello proviene de causas naturales, sino de la imposición de
poderosos intereses. Todo puede ser corregido.
Puedo, entonces, retornar a mi
referencia inicial a Jesús. Él también fue presa de la rabia, se indignó ante
la situación inhumana de la muchedumbre excluida. A los mercaderes del templo
los expulsó a latigazos. “Misericordia quiero y no sacrificios”. A los
fariseos, defensores del estatus en tanto ordenado por Dios, los llamó
hipócritas, lobos vestidos de oveja, sepulcros blanqueados, limpios por afuera
pero llenos de podredumbre por dentro. (Mateo XXIII, 27) Las de Jesús no son
palabras de buena crianza.
Una similar y santa indignación cabría
esperar de una Iglesia profética, seguidora de Jesús, ante los engaños,
atropellos, humillaciones e injusticias soportadas por los millones de chilenos
que siguen excluidos de un mínimo de bienestar. La mirada al pasado de Chile no
puede disociarse de la mirada al presente.
Andrés
Opazo
HACE OÍR A LOS SORDOS Y HABLAR A LOS MUDOS
+ Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Marcos 7, 31-37
Cuando Jesús volvía de la
región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el
territorio de la Decápolis.
Entonces le presentaron a
un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la
multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva
le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo:
“Efatá”,
que significa: “Ábrete”. Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó
la lengua y comenzó a hablar normalmente.
Jesús les mandó
insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos
más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo
lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
APERTURA
PARA SALIR DE NUESTRO ENCIERRO
A continuación presentamos el comentario del sacerdote Alvaro
González
·
El Evangelio nos relata que Jesús
levanta los ojos al cielo y dice “Effeta” que significa Ábrete. S. Marcos nos
presenta la dificultad que tenemos para acoger la novedad de Cristo.
Un hombre sordomudo, que vive encerrado en si mismo, desconectado
de la comunión recupera el oído y se le destraba la lengua.
·
La palabra Ábrete es de una
inmensa riqueza a descubrir. Es abrir de par en par. Marcos quiere que esta
palabra se escuche en todas la comunidades cristianas. El quiere mostrarnos la
novedad que trae Jesús. E inaugura una época de salvación, nos trae una nueva
libertad, nos ensancha el mundo, nos abre el corazón.
Despierta nuestra condición
limitada, nuestros encierros que son muchos, nuestras sorderas y silencios,
nuestra ceguera.
·
Como cristianos necesitamos
aprender a ser hombres y mujeres en relación, con un corazón amplio para que Dios y los demás tengan un espacio privilegiado
en nuestra vida.
·
¿Qué apertura necesitamos tener
para salir de nuestros encierros, cegueras y sordera?, ¿Nos damos cuenta que
somos prisioneros, sin libertad para querer, para pensar, para sufrir, para ser
distintos y no necesitar de vivir de apariencias?
·
Ayudados por la salvación de
Jesucristo podemos dar pasos en llegar a ser parte de la nueva creación. Necesitamos
estar abiertos :
1.
A la Palabra de Dios es fácil vivir sordos a la Palabra de Dios,
preferimos hacer nuestro propio camino. No sabemos escucharla y no escuchamos a
los que sufren.
La
enseñanza de Jesús tiene poder para abrirnos a un mundo grande, a la historia
del pueblo de Dios. Aprender a dejarnos enseñar que no hay espacio que no sea
alcanzado por el amor de Dios.
Aprender
a vivir lo cotidiano de nuestra vida con alegría, allí está presente Nuestro
Dios, podemos acogerlo, escucharlo, crear una intimidad donde intercambiamos
vida, preocupaciones, tareas y gozos.
Es
Dios quien entra en lo hondo de nuestra vida, si lo dejamos entrar nos invade
un gran amor. Es una fuerza que no es nuestra y nos da audacia y deseos de
crecer, de tener una palabra propia y no sólo repetir lo que otros dicen,
piensan y dicen.
2.
A los demás, al diálogo, al encuentro a la
acogida, a la amistad. Sólo una relación profunda rompe los muros de la
soledad.
No
creemos que en nuestro interior hay belleza, bondad, deseos generosos que nos
hace atractivos, hombres y mujeres valiosos. Como esto no lo creemos vivimos de
apariencias pero encerrados como una nuez, nos da temor ser conocidos en verdad.
Sólo
tenemos consciencia de nuestros dolores, de lo no logrado, de nuestros limites
y errores.
Abiertos
a los que son distintos, a los que no piensan ni hacen como nosotros. Hemos
llegado a creer que nada tenemos que aprender de ellos, de su experiencia de
vida. Somos excluyentes, indiferentes.
¿Cuáles son nuestros prejuicios que nos encierran en
nosotros mismos?
Dios
no nos abandona, no margina a nadie, nosotros si que abandonamos.
3.
A la oración, a la alabanza, al agradecimiento, a la súplica.
Somos
especialistas en problemas, enfermedades, carencias. Nuestra tendencia natural
es pedir, exigir, lamentarnos. Nos cuesta
explicitar nuestro asombro, nuestra alegría de vivir, de creer. El
Domingo es el día de alabanza, le decimos Dios gracias por la vida, por su
misericordia, por su bondad.
Es una invitación a la esperanza en medio de las
descalificaciones y escándalos.
El sigue viniendo a romper nuestras ataduras y bloqueos que nos
quita amplitud.
“Todo lo ha hecho bien”.
Amen
ANNA. DESAFIÓ
HASTA LA MUERTE
Escribo en el hoy pero pensando en el ayer. Es martes 11
de septiembre. Día de evocaciones. De tragedia. De festejos para algunos. De
agonía para otros. Un día de quiebre. Lo hago también pensado en el domingo
reciente, 9 de septiembre. En una reunión de familia, para acompañar a Diego y
emocionarse con el recuerdo de su pareja fallecida hace dos semanas en Milán.
Diego es un hombre tranquilo y reflexivo. Se sienta en un
taburete bajo, de espalda al jardín y comienza lentamente a hablar de Anna. Con la
suavidad del recuerdo y la impronta de su personalidad. De nacionalidad polaca y sorda desde los seis
meses de vida. Joven y guapa. Una mujer entusiasta que no dejaría de
sorprenderlo hasta el final de sus días.
Anna leía los labios de sus interlocutores. Sin embargo,
su discapacidad no fue freno para volcar sus energías y desarrollar sus
pasiones. Tuvo que enfrentarse al medio y vencer las resistencias de sus
compañeros de clase y de sus profesores. Porque una cosa es entender la
discapacidad y otra distinta en convivir con ella, con la paciencia que
requiere, con la dedicación que se necesita. Anna comenzó a estudiar diseño de
modas. Todo lo comentó Diego. Era su realización. Mostró algunos de sus dibujos
y trabajos. Para estudiar aprendió a hablar italiano. Con todas las
dificultades tuvo notas sobresalientes.
Pero además, Anna tuvo que superar un cáncer. Quimios,
radiaciones y todo lo que eso implica. Fue un período muy duro para ambos.
Desde las coberturas médicas hasta los cuidados más ínfimos. Dedicados ciento
por ciento a resolver las dificultades que la vida les impuso como pareja.
Ambos para ambos, en entrega total. Hasta el instante en que superado el cáncer
sobrevino algo inesperado. Un día amaneció con los ojos amarillos. Todo rápido
y violento. Sin tregua. La muerte la arrebató en pocos días. Y Diego se quedó
con su presencia, con su amor intenso, con sus dibujos, con su entrega mutua,
solo con su proyecto. Sus restos se fueron a Polonia, a su país de origen, con
sus padres y familia. Diego está acá en Chile, hasta comienzos de octubre. A su
regreso montará una exposición con los trabajos y ejercicios de Anna. Volverá
al diseño y a la música, dos claves de su vida.
¿Por qué les relato esta breve historia, justo en el día
11 de septiembre? Porque me impactó ver a un chico joven, como seguro los hay
por millones, de corazón generoso y entrega total, que le correspondió
compartir con la muerte, siendo aún muy joven. Que si por él hubiera sido
habría hecho mil veces lo imposible para que la muerte se posponga, para que el
viaje definitivo cambie su ticket para los días siguientes, para las nuevas
semanas o los meses. Hasta que lo inevitable sea absolutamente inevitable, como
ocurrió en tan pocos días en el caso de Anna y Diego.
Se los relato porque viendo a Diego, vuelvo a agradecer
la vida y comprendo lo regalado que tengo cada día. Porque veo, escucho, huelo,
toco, hablo. Porque tengo familia. Porque estoy sano -hasta ahora no he sabido
nada en contrario-. Todo pareciera natural. Puedo amar y ser amado. En todos
los detalles del día.
En un día como hoy, un hombre grande, de sesenta y cinco
años, vivido ya, me decía por la mañana
en la oficina, a propósito de algunas manifestaciones y actos en el centro de
la ciudad, hasta cuándo van a seguir con lo mismo. Y la respuesta quizá sea
hasta siempre, porque es difícil olvidar cuando el drama fue tan grande o la
pérdida tan inexplicable. Y si tú estuvieras en el lugar de alguno de ellos,
qué harías, como te sentirías. ¿Dejarías de recordar? ¿Protestarías también? Es
solo por amor a sus seres queridos, aun cuando pasen muchos, pero muchos años. Ah,
sí, claro.
Anna, a pesar de todo escuchó, con todos sus sentidos. Se
volcó a conocer el mundo hasta donde fue posible. Diego queda. Todos los demás
quedamos por ahora.
Rodrigo Silva
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