ESPIRITUALIDAD MÍSTICA Y POLÍTICA


Esta entrega coincide con el día en que Fernando Karadima recibe la notificación del decreto papal que lo expulsa de la iglesia (dimitido del estado clerical). Para algunos, un hecho tardío, para otros inevitable y necesario.
Hoy Andrés Opazo nos entrega una reflexión sobre la espiritualidad de Jesús, “concebida como la convergencia de dos experiencias, una de carácter místico, y la otra de naturaleza política”, citando el teólogo Leonardo Boff. Andrés sostiene que “una verdadera fe en Jesucristo y la adhesión a su mensaje, no puede separar dos dimensiones complementarias que no pueden sostenerse la una sin la otra: el amor a Dios y la solicitud hacia el prójimo.”
Por su parte, Rodrigo Silva vincula la vida de dos mujeres, desconocidas entre sí, pero unidas por su permanente expresión de amor y fe. Nos cuenta algo de sus historias. Para creer en el ser humano y confiar en Dios.

EN LA ESPIRITUALIDAD SEGÚN JESÚS

En la senda del Padre Hurtado y de don Manuel Larraín, la Iglesia chilena asumió su responsabilidad de hacerse cargo de los desvalidos de la sociedad. Surgieron iniciativas, movimientos y orientaciones pastorales dirigidas a la superación de la injusticia social. Ello fue mirado con suspicacia por un catolicismo tradicional, desde cuyo seno se instaló una falsa disyuntiva sobre la justa comprensión del cristianismo: o bien como espiritualidad que busca una relación personal e íntima con Dios, o bien como compromiso con la justicia en el plano social. Así planteadas las cosas, se denunció un cierto “horizontalismo”, que supuestamente reduce lo cristiano a lo terrestre, a una ética intramundana que sobrevalora la política. Pero no era más que una simplificación engañosa. Pues una verdadera fe en Jesucristo y la adhesión a su mensaje, no puede separar dos dimensiones complementarias que no pueden sostenerse la una sin la otra: el amor a Dios y la solicitud hacia el prójimo.

El teólogo Leonardo Boff concibe la espiritualidad de Jesús, es decir, su inspiración y vivencia profunda, como la convergencia de dos experiencias, una de carácter místico, y la otra de naturaleza política. En efecto, lo más original de Jesús en el ámbito de las religiones, es que él experimenta a Dios como su Abbá (equivalente para nosotros a su papito). Los evangelios nos lo muestran permaneciendo noches enteras en unión íntima con El, y hablando siempre en su nombre. Nos revela que somos sus hijos amados y nos invita a abrirnos a una similar experiencia de intimidad y confianza plena en El.

La segunda experiencia de Jesús, nos dice Boff, es de orden político-religioso. “Lo que Jesús anunció fue la inminencia del Reino de Dios, que se encuentra ya en medio de nosotros. Reino de Dios significa la política que el Padre lleva a cabo en la historia y en Su creación… Es la presencia activa y revolucionaria de Dios dentro del universo: presencia cósmica, comunitaria, social, personal: presencia íntima a cada persona humana, porque es dentro de cada persona donde se encuentra el Reino de Dios, y es a partir de cada ser humano desde donde el mismo Dios produce transformaciones. (…) Para Jesús esta transformación debe iniciarse por los últimos de los últimos, que son los pobres y los condenados de esta tierra. Es por ellos por quienes comienza el Reino de Dios: Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino”.

Por lo tanto, el cristiano que reconoce la importancia de la política para la suerte de los humanos, especialmente de los más desfavorecidos, se entiende a sí mismo como inmerso en la obra creadora y transformadora de Dios. Se siente parte de ella, y por ello es capaz de alegrarse y dar infinitas gracias. Pero no por ello ignora la eficacia del compromiso de los no creyentes con una ética humanista, con la que hace causa común. En el mundo que vivimos, las semillas de amor y solidaridad no son exclusividad de las religiones. Pero al humanismo compartido, el cristiano agrega un suplemento: la fe en el triunfo final de la vida sobre la muerte, una confianza que lo mueve a pedir la fuerza de Dios para ser fiel y consecuente.

Se nos pide, pues, colaborar en la construcción de la fraternidad a toda escala, en las relaciones interpersonales, en la convivencia vecinal, en el seno de la sociedad que nos alberga, como así mismo en todo lo relativo a la universalidad de lo humano, ahora más presente en un mundo globalizado. Pero lo hacemos movidos por nuestra fe, según la cual volvemos los ojos hacia Aquel que asumió totalmente nuestra condición humana, que fue crucificado y que, al ser resucitado por Dios, nos confirma en la esperanza. Invocamos, además, al Espíritu Santo prometido, la fuerza de Dios en nosotros, que humaniza y diviniza el empeño en nuestras pequeñas fraternidades.

En el catolicismo tradicional que hemos heredado, un tanto ritualista y moralista, ha quedado en segundo o último lugar, la referencia al Espíritu Santo. Este vacío ha sido señalado por la vertiente ortodoxa del cristianismo. Al finalizar el Concilio Vaticano II, el Patriarca de Antioquía subrayaba que la invocación al Espíritu no podía quedar ausente de la reflexión sobre la renovación de la Iglesia y de la vida de los cristianos.

Sin el Espíritu Santo, Dios está lejano,
Jesucristo queda en el pasado,
El Evangelio es como letra muerta,
La Misión, una propaganda,
La autoridad, una dominación,
El culto, una evocación,
El actuar cristiano, una moral de esclavos.

Pero con el Espíritu,
El Cosmos es exaltado y gime hasta que dé a luz el Reino,
Cristo Resucitado está presente,
El Evangelio es una potencia de vida,
La Iglesia significa la comunión trinitaria,
La autoridad, un servicio liberador,
La Misión, un nuevo Pentecostés,
La liturgia, un memorial y una anticipación,
El actuar humano es deificado.

¿No nos hace pensar el Patriarca en lo ocurrido en nuestra Iglesia? ¿No habremos caído en la rutina insustancial de la que nos alerta? Su advertencia nos invita a seguir creyendo que es posible la vida en Dios y desde Dios, aquí en nuestra tierra y en nuestros afanes mundanos. Pues para ello Jesús nos prometió la asistencia y compañía del Espíritu Santo.

Aunque el término “horizontalismo” haya caído en desuso, a los cristianos que hoy tratamos de tomar en serio la dimensión política de la espiritualidad de Jesús, se nos acusa a menudo de estar ideologizados o movidos sólo por intereses políticos. Nuestra respuesta no puede ser otra que incrementar la confianza en la acción del Espíritu.

Andrés Opazo


UNIDAS POR EL AMOR



Carmen Gloria y Ana María no se conocen. Ambas nacieron en años diferentes un mismo veintiséis de septiembre, cuando ya se han apagado las brasas del asado dieciochero. Más allá del día comparten algunos rasgos. Quizá si el principal sea irradiar amor y dulzura. Me atrevo a decirlo aun cuando el conocimiento de una es muy superior al de la otra. Pero ambas tienen la cualidad que se descubre por su transparencia.

Carmen Gloria se empina sobre los setenta y Ana María en los cincuenta. Ambas madres. Carmen Gloria disfrutando de la entrega y dedicación de su única hija. Y Ana María en tiempos de cosecha de su empresa familiar. Carmen Gloria comenzando una nueva etapa de vida. Cuando algunos seres humanos se van desprendiendo de la realidad y se enquistan en su propio mundo, algo ajenos y lejanos, más contemplativos, pero no menos dulces. Ana María evaluando parte de su vida y reconociendo sus propios tiempos y goces. Carmen Gloria habiendo superado un cáncer de hace muchos años, que ocupó el centro de sus esfuerzos, sufrimientos y esperanzas. Ana María con otros dolores que ha superado con buena atención, fe y mucho amor.

Ana María está en la plenitud de la vida. Carmen Gloria solo esperando recibir, ansiosa de compartir y sentirme amada. Carmen Gloria siempre ha sido generosa y desprendida, hasta el extremo. En una ocasión fue muy agredida. Más allá de los lamentos naturales para ella lo importante es que le había ocurrido a una mujer que había vivido parte sustantiva de su vida. Imagínate que hubiera ocurrido a una joven. Eso hubiera sido tremendo. Ella es capaz de dar todo lo que tiene, desde hace ya muchos años. La experiencia de su cáncer seguro que cambió la mirada de la vida y su relación con el entorno. Siempre dispuesta, siempre gozando en cada momento. Preocupada de los otros hasta que las confusiones la van traicionando y el lenguaje es esquivo.

Carmen Gloria muy pronto dejará el departamento en el que compartió por años de años con sus padres, en el que vivió parte de su juventud y ahora de sus años maduros. Tendrá que recibir otros cuidados, compartir la lucidez de cada día con otras personas inicialmente desconocidas. En ellas volcará su sonrisa, sus abrazos y sus necesidades de amar y ser amada.

Ana María lo ha hecho a través de su familia, esposo y cuatro hijos. Hace poco más de diez años escribía:

En mi Vida he descubierto que nada ha sido casualidad, todo pasa por o para algo, y sé que en esto nunca he estado sola, estoy absolutamente segura que el Señor siempre ha estado presente. Hace 18 años trabajo en mi casa tengo una Empresa familiar, nos dedicamos a trabajar en “nuestro proyecto de vida, nuestra familia

“Me siento absolutamente privilegiada y bendecida por Dios de realizar este trabajo; sobre todo porque esta fue una opción, fue nuestra decisión. Y como para todo lo que uno realice en la vida hay que prepararse y estudiar….yo también me he ido preparando para realizar lo mejor posible mi “Trabajo”.

“En éste me toca desempeñar muchas profesiones y actividades: administradora, economista, abogado, sicóloga, chef, decoradora, educadora,  enfermera, juez, en fin muchos papeles para los que debo prepararme ya que mis clientes crecen y necesitan  herramientas para  desenvolverse en el camino que ellos decidan seguir en la vida .

“Muchas veces siento el cansancio y no quedo conforme como van resultando las cosas o no sé cómo solucionar algún problema, pero ¿qué trabajo no está exento de problemas y dificultades?

“Mi trabajo genera distintos tipos de ingresos a futuro, personas que se están preparando para la vida, en el respeto por el otro y uno mismo; formar equipo; ser felices y hacer felices a otros; personas integras, comprometidas con lo que realicen o decidan ser.

“Siento la necesidad de acompañarlos día a día, estar atenta a sus necesidades y a las nuestras como pareja. Esto no me lo perdería por nada del mundo, cuando los voy a buscar al colegio saber sus noticias, estados de ánimo en el momento oportuno, saber de sus penas, alegrías, rabias, frustraciones, logrando la complicidad, dando confianza, estando ahí con tiempo para ellos. Y se que es tiempo que no vuelve.

“Frente a los momentos difíciles me enorgullece tener la capacidad y haber formado un lugar en que Jorge y los niños son acogidos, contenidos, escuchados y sanados al igual que yo tengo mi lugar con ellos.

“En este trabajo recibo muchos “bonos” de agradecimiento, reconocimiento, y también de aprendizaje para ser cada día mejor; además del estímulo de tener tiempo para mí.

“En esto se que  no estamos solos, Dios nos cuida y acompaña cada día. Nada es casualidad cada día vale la pena y puedo decir con propiedad que juntos lo estamos haciendo bien; para nosotros, nuestra familia es una decisión, es un proyecto de vida que cada día hay que prepararse y trabajar para entregar y entregarse con amor y dedicación.

“Se que el trabajo de la casa no siempre es valorado; porque no “viste”, no genera ingresos monetarios, hay personas que piensan que uno no hace nada o no es importante ; que uno no tiene tema de conversación. Yo lo veo distinto es como cualquier trabajo, a veces entretenido, a veces cansador, otros rutinarios, otros gratificante, a veces avanzas otras tienes que pedir ayuda, incluso  hay momentos en que te encantaría renunciar……, en fin es igual que cualquier empresa con la diferencia que para mi es la más importante. Los resultados…. el futuro los irá mostrando, en el presente como dicen los niños “nuestra familia es BAKAN”

“Por último en esta empresa soy el gerente emocional, mi socio es mi marido, mi asesor permanente es Dios, mis clientes me llaman Mamá; los indicadores de esta empresa son hijos felices, seguros, un marido que amo y me ama. Y de acuerdo a los resultados tengo contrato de por vida.”

Hoy, once años después, “pensando en el paso de los años quizás me podría preguntar cómo va "mi empresa familiar", ¿ha seguido los ciclos de la vida? ¿hemos cosechado lo que sembramos?, ¿ha cambiado de rumbo?” Es la reflexión de Ana María. Ella tiene la respuesta, su esposo, sus hijos y todos quienes les rodean, lo mismo pasa con quienes se acercan a Carmen Gloria y ven los frutos del amor.

Quizá Carmen Gloria y Ana María nunca se conozcan, aun cuando las una el amor, que ya es bastante

Rodrigo Silva

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