LA ACTUAL, NO ES LA ÚNICA IGLESIA DE JESÚS
Con el calor del verano y con largo tiempo de gestación y, aún más largo el que se espera en el debate, se inicio el Sinodo Laical, cuyo mensaje central es “Otra Iglesia es Posible”.
En este contexto, Andrés Opazo sostiene que el problema central de la iglesia católica es el ministerio sacerdotal. “El problema es más profundo, es de carácter estructural y en el fondo, teológico. Se origina en la concepción misma del ministerio sacerdotal, incluido su rango sacramental.” Y cita algunos párrafos de un libro del año 2006, del teólogo José Ignacio González Faus en su libro “Calidad Cristiana: Identidad y Crisis del Cristianismo”, para concluir en el tipo de obispos que debería tener la iglesia en el siglo XX.
De otro lado, Rodrigo Silva sostuvo un “diálogo escrito” con un ex sacerdote y partícipe activo del Sínodo Laical. Desde su gestación en adelante. Nos habla del ambiente, del carácter, de los temas relevantes y del proceso que viene. Del debate, del diálogo y la esperanza.
Para comenzar bien este 2019. Como siempre, abiertos a sus opiniones y comentarios.
EL
MINISTERIO SACERDOTAL; EL PROBLEMA
Los abusos sexuales y de conciencia
como práctica tan extendida entre religiosos y sacerdotes, horrorizan a gente
de toda condición. Pero el impacto provocado no proviene sólo del deleznable
delito de algunos o de muchos; en todo sitio puede haber manzanas podridas. Lo
más inquietante es que hayan sido sistemáticamente encubiertos por la autoridad
eclesiástica, temerosa de dañar a la Iglesia.
La solución no consiste en el castigo
del delincuente, ni en la vigilancia psicológica de los seminaristas, ni en el acceso
de la mujer al sacerdocio; ni tampoco proviene del clericalismo que, como todo
“ismo”, denota cierta deformación. El problema es más profundo, es de carácter
estructural y en el fondo, teológico. Se origina en la concepción misma del
ministerio sacerdotal, incluido su rango sacramental. El sacerdocio carece de
fundamento en el Nuevo Testamento. Allí no se concibe su existencia, un cuerpo
profesional de carácter superior y de poderes exclusivos, que contrasta con comunidades
de hermanos y hermanas iguales. El principal problema de la Iglesia Católica es,
pues, el ministerio sacerdotal. Ya existen voces autorizadas que rechazan el
sacerdocio femenino por cuanto no haría más que engrosar el clero.
Jesús nunca pensó en sacerdotes; éstos
surgieron en el proceso histórico de institucionalización de la Iglesia. Por lo
tanto, no es un rol eterno y esencial a la vida de la Iglesia, como lo
sostienen teólogos contemporáneos. Como muestra, aquí expongo algunas ideas
básicas formuladas por el teólogo José Ignacio González Faus en su libro
“Calidad Cristiana: Identidad y Crisis del Cristianismo”, publicado en 2006,
antes del estallido de la crisis. Lo hago en forma muy escueta, aunque tales
afirmaciones requerirían de un amplio desarrollo y fundamento.
*La
Iglesia se funda en Jesús y nace en la Pascua. Pero Jesús nunca tuvo la intención
de fundar una iglesia, ni menos una religión. Sus seguidores continuaron reuniéndose
en su nombre, y llamaron a su comunidad “iglesia”, asamblea o reunión; el mismo
término usado por la reunión de los ciudadanos.
*En el
Nuevo Testamento (Evangelios, Epístolas, Hechos de los Apóstoles, Apocalipsis),
hay una pluralidad de concepciones de iglesia, pues ellas eran variadas. No
existe una sola visión.
*El
carácter cristiano de una Iglesia lo da una estructura que favorece la
igualdad, la fraternidad, la dignidad de los pobres en ella. Si esto falta, no
hay estructura eclesial que valga.
*En el
Nuevo Testamente aparecen ministerios, pero son imprecisos y cambiantes. En los
evangelios no hay alusión a ministerios, pues éstos no provienen de Jesús.
*El
crecimiento y expansión de las comunidades hizo necesaria una estructura. Se
recurrió a modelos de organización provenientes tanto de la sociedad civil,
como del Antiguo Testamente; de este último viene la idea de sacerdote,
desconocida entre los primeros cristianos.
*La
Iglesia, el pueblo creyente, necesita de servicios o ministerios; pero pronto,
éstos se convirtieron en instancias de gobierno. Posteriormente en “cargos”.
*Surgió la
tríade de obispo, presbítero y diácono, como evolución histórica y espontánea;
ello no correspondió a un plan, ni menos a directrices dadas por Jesús.
*La
presidencia de la Eucaristía, o el “poder de consagrar”, no aparece vinculada a
una “ordenación” o imposición de manos. Bastaba la autorización del obispo.
Hubo laicos elegidos obispo sin ordenación presbiteral previa (siglo IV).
*Jesús no
ordenó a mujeres porque tampoco ordenó a varones. Pero eligió a mujeres como
testigos de su Resurrección.
*Los
obispos no son sucesores de los apóstoles en sentido histórico y jurídico; lo
son en sentido teológico. Lo importante en las iglesias era el colegio formado
por obispo y presbíteros. Cuando se necesitaba un obispo, el colegio
presbiteral lo elegía en consulta con la comunidad.
*San Pedro
murió en Roma, pero no hay constancia de que fuese su obispo. La Iglesia de
Roma era gobernada por un colegio de presbíteros.
*La
designación de los obispos durante el primer milenio y parte del segundo, no
fue competencia de los papas, sino de las iglesias locales. Se fue concentrando
progresivamente en el papa, a fin de evitar la injerencia de reyes o señores.
Sólo en el Concilio de Trento (siglo XVI) se generalizó la práctica actual. Para
el Cardenal Bellarmino (siglo XVII), la autoridad del papado no se funda ni en
Jesús ni en la Escritura, sino que Dios quiere para su Iglesia lo mejor, y la
mejor forma de estructurar una sociedad es la monarquía.
Hoy resulta evidente el carácter
histórico y humano de la actual estructura de la Iglesia. Ella cambia con los
tiempos. Por ello, ahora, cuando el cristianismo ha devenido minoritario, sin
poder ni apoyos sociológicos y políticos, puede equipararse a la situación de
la primitiva Iglesia; por lo tanto, retornar a la democracia espontánea de sus comunidades,
a sus colegios elegidos por los fieles.
Los cambios que requiere la Iglesia
son profundos y de larguísimo plazo. Pero se puede avanzar en ellos por una
doble y complementaria vía. Por una parte, desde la presión desde abajo de
laicos y sus comunidades, tal como está ocurriendo en la actualidad. Por otra
parte, desde obispos convertidos al Evangelio y atentos a los signos de los
tiempos; audaces y prudentes para hacer vista gorda ante el Derecho Canónico, pero
respaldos en el pueblo fiel. Una tarea imprescindible para los dirigentes
renovados, será la formación teológica y humana de laicos capaces de asumir
responsabilidades; un largo camino que debe comenzar hoy.
González Faus incluye en su libro
párrafos sobre los obispos del siglo XXI:
·
Que los
obispos sean obispos, que no sean meros peones movidos por la
curia romana. El Concilio Vaticano II ya decía que los obispos no deben ser
considerados como vicarios del Romano Pontífice.
·
Que los
obispos sean apóstoles, que no sean guardianes de doctrinas del
pasado, sino testigos de la Buena Noticia; que no vivan en un mundo aséptico,
sino sensibles al dolor y la injusticia padecida por los humildes.
·
Que los
obispos sean creadores de comunidades, que sean impulsores de la comunión.
Como decía San Agustín, “unidad en lo necesario, libertad en lo dudoso, y
caridad en todo”.
Andrés
Opazo
SÍNODO LAICAL. OTRA IGLESIA ES POSIBLE
“Nosotros,
laicas y laicos, discípulas y discípulos de Jesús, reunidos en la jornada de
apertura del Sínodo Nacional Laical autoconvocado y autogestionado en el
Santuario del Padre Hurtado de Santiago los días 5 y 6 de enero del 2019. Bajo
un mismo desafío, hemos decidido iniciar un proceso de diálogo y de
participación, que favorezca un análisis del estado actual de la Iglesia
católica en Chile y promueva el sueño de una iglesia de comunidades, que están
al servicio de la construcción del Reino de Dios en nuestro país.”
Así comenzó la
declaración final de la jornada de apertura del Sínodo Laical. El inicio de un
proceso que se espera sea del orden de tres años. Con trecientos cincuenta
participantes de comunidades prácticamente de todo el país. Con una larga
gestación, quizá inicialmente conocida cuando el Papa nombrara como Obispo de
Osorno a Juan Barros. Y las organizaciones de base se multiplicaron, producto
de una cruda realidad y luego estimulada directamente por el Papa, quien
rectificando sus palabras cuando se fuera de Chile, tuvo el coraje de pedir
perdón y cambiar el rumbo de su discurso y sus acciones. Todo eso es ya
conocido.
El
Sínodo delineó la iglesia soñada:
-
Constituida
por comunidades de base.
-
Orante,
profética y liberadora que busca y ejerce la justicia.
-
Que
sea servidora y abierta a las necesidades de la gente y al mundo.
-
Horizontal,
diversa, participativa e inclusiva, con real protagonismo del laicado en
especial de las mujeres y los jóvenes.
Por eso para esta
entrega tuvimos un diálogo escrito con un ex sacerdote y activo participante en
este proceso, Felipe Barriga. Para describir su rol, el tono, el ambiente, los
temas tratados, todo lo que se puede y debe profundizar y, sobre todo, enmarcar
la esperanza a partir de propuestas y acciones que perfilen un nuevo rumbo para
la iglesia de Chile. ¿La misma? ¿Otra? El tiempo lo dirá.
¿Desde cuándo estás participando con
los laicos en este proceso?
He seguido
atentamente este movimiento laical, desde las manifestaciones de Osorno, pues
se dieron unas cuantas sincronías las cuales no podía ignorar, es decir, el
hecho, no planeado, de conocer a varias personas, de las que suman y de las que
restan.
En primer lugar,
mis cuarenta (40) años de sacerdote me dejaron honda huella del sueño y empeño
de llegar a ser iglesia “en el mundo y al servicio del mundo” (Concilio
Vaticano II), por eso mismo tengo y mantengo una gran sensibilidad y atención ante estos movimientos que me
interpretan completamente, aún cuando pueda disentir en detalles del método.
No participo en
la directiva ni tengo ningún cargo, de modo que todo lo que comento corresponde a mi visión actual.
¿Cuál ha sido tu aporte y en qué
ámbitos?
Esa misma experiencia de cuarenta años, con cargos como Párroco y como Vicario Episcopal en cuatro (4) Diócesis muy
distintas, me han permitido aportar a la reflexión y a la metodología, e
intentar mostrar el origen y causa del clericalismo y del autoritarismo frente
a curas de base, a laicos con más personalidad, a religiosas y mujeres en
general, etc.
Es decir creo que tengo un gran conocimiento del modo de ser iglesia y su
deterioro, especialmente desde la entronización de Juan Pablo II, porque me
tocó sufrirlo personalmente.
¿Cómo fue tu participación en el
Sínodo?
Por un conocimiento antiguo con dirigentes de la Red de redes laicales, se me
fue dando la ocasión de participar en diversas reuniones, informales y
formales, de preparación del Sínodo.
Por mi cuenta e interés busqué información en distintos grupos de base para
no hablar sólo en mi nombre.
Una vez inscrito, pasé a ser, a mucha honra, uno más de los más de 300
participantes.
Se formaron diecisiete (17) “Comunidades” (Grupos) y nos pusimos a la
tarea. Había una cierta mayoría masculina, yo diría por un 60% a un 40%. Los
convocantes reconocieron que con 250 asistentes habrían quedado muy contentos;
con 350, jubilosos
Se nos dijo que éramos 82 de la Región Metropolitana y los demás, desde
Iquique al sur en casi todas las regiones. De hecho yo me encontré con personas
que había conocido en Valparaíso y Viña del Mar, en Concepción y Talcahuano, en
Chillán y Los Ángeles, en Valdivia, Osorno y La Unión.
¿Qué ambiente se vivió en esta
primera Jornada?
Como era de esperar empezó con una cierta frialdad, pero rápidamente se
transformó en algo cálido, alegre y optimista, a pesar de las duras
experiencias de abuso, atropello y ninguneo sufridas por muchos: éstas mismas
contribuyeron a la búsqueda en común de otro rostro para la iglesia bajo el
lema “Otra iglesia es posible”.
El proceso sinoidal
Quienes conducían el proceso
insistieron desde el comienzo en que el objetivo de esta jornada de dos (2)
días era sólo el “lanzamiento” del Sínodo, que el mayor trabajo y las
conclusiones y tareas vendrían más adelante, presumiblemente, 3 años.
Eso significó que en las
“comunidades” nos dedicamos a levantar los temas que serían tratados más a
fondo en las sucesivas jornadas del Sínodo.
Aquí cabe recordar y valorar
la Carta del Papa Francisco “al Pueblo de Dios que peregrina en Chile”, de
fecha 31 de Mayo 2018, muy leída y apreciada por los promotores del Sínodo y
muchos de los participantes. Se tomaron en serio los desafíos e invitaciones
que el Papa lanzó.
Yo diría que en esa carta
Francisco nos impulsó a hacer esto: “Exhorto
a todo el Santo Pueblo fiel de Dios que vive en Chile a no tener miedo de
involucrarse y caminar impulsado por el Espíritu en la búsqueda de una Iglesia
cada día más sinodal, profética y esperanzadora; menos abusiva porque sabe
poner a Jesús en el centro, en el hambriento, en el preso, en el migrante, en
el abusado”.
Los temas relevantes
Como dije antes, esta etapa
del Sínodo, además de movilizar, visibilizar y marcar un rumbo, levantaría los
temas que nos parezcan más candentes para construír esa “Otra Iglesia” que
creemos posible,
De hecho en las diecisiete (17)
“comunidades” de reflexión existió una gran convergencia en los rasgos propios
de “la Iglesia que queremos”.
Más allá de los cuatro (4)
rasgos de esa Iglesia, me aterevo a enumerar los temas más mencionados:
-
Comunidad de
Comunidades de base
-
Modificar la
estructura de poder: de vertical a horizontal
-
Iglesia presente
en el mundo en forma positiva: por la Verdad y la Justicia
-
Opción por los
pobres: real y no solo en las declaraciones
-
Acogedora e inclusiva:
sin discriminaciones
-
Denuncia, castigo
y reparación frente a los abusos
-
Promover el rol
de la mujer en la Iglesia
-
Formación para
los laicos y laicas: para su vida y para su servicio
-
Instancias de
Formación también para el clero y religiosas (mucho que cambiar)
-
Retomar el
Concilio Vaticano II y Documentos (Medellín, Puebla)
-
y más…
¿Cuánto tiempo se estima que tomará el proceso y como
se espera que se replique en los espacios locales?
Los
convocantes han hablado de tres (3) años, con trabajo de todo el año, tanto de
la directiva como en cada Región del país.
Empezando con esta etapa, cuyo “Documento” irá como Documento de Trabajo
a todas las comunidades de Chile, para profundizar los temas propuestos y los
que vayan tomando forma en el camino. Para ello habrá jornadas regionales y
alguna nacional de nuevo, Más detalles para más adelante.
¿Ha habido diálogos, contactos o
intercambios con las autoridades eclesiales? ¿Cómo ha sido la respuesta?
La directiva no ha tomado contacto ni ha querido
hacerlo hasta tener más claro lo que queremos y cómo realizarlo; de hecho lo
comunicó así a la asamblea suscitando un inmediato aplauso generalizado. Supe que desde la Conferencia Episcopal ha
habido intentos, llamados e invitaciones, pero hasta ahora la respuesta ha sido
negativa.
Sin
embargo, la primera directiva se entrevistó en Santiago con Jordí Bertomeu y
mantiene contacto con él y con Scicluna, quienes, se dice, presentan todo al
Papa Francisco.
Ojalá
más personas y grupos y comunidades se interesen, aporten y participen
Rodrigo Silva
Atendiendo a lo más probable que sea la cruda realidad, de toda la luz poderosa que muestra a las claras el escándalo de una situación de profunda crisis, eso se va a traducir en 1/10 parte en documentos, declaración de intenciones, conformación de comités, propuestas etc.etc. Luego eso se va a traducir en 1/10 parte en medidas concretas de reforma.
ResponderEliminarY ojalá me puedan decir de aqui a 5 años, - Estabas equivocado Quintin.
Ojalá.
Felipe, gracias por tus comentarios y experiencia en el sinodo laical....nos alienta a los que estamos en la misma en otras regiones más extremas...Saludos, compañero de ruta
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