CON DIOS EN ESTE MUNDO
En esta entrega, Andrés Opazo sostiene “que el gran desafío que hoy se nos presenta a los cristianos y a la Iglesia, es el redescubrimiento de la ética de Jesús, de la ética del evangelio, y su puesta en práctica …. Hoy creemos en Jesús como la encarnación de Dios que se hace uno de nosotros y comparte nuestra naturaleza y nuestra historia. Creemos que Dios nos habla a través de la realidad que vivimos. El Reino de Dios consiste en la humanización plena de la sociedad, que implica la lucha contra el dolor y la construcción de la felicidad, especialmente para los que nunca la han conocido.” Un Dios con nosotros.
Rodrigo Silva, en tanto, insiste en el valor de aquellos que han persistido por años en la denuncia de los abusos en la iglesia, hasta lograr que el tema se instale, propiciando el comienzo de un cambio fundamental en la percepción de la iglesia. Y, a la vez, aún a pesar de toda las dificultades, el deber de los cristianos de concentrarse en el mensaje central del evangelio de Jesús.
Finalmente, Ernesto Moreno aborda la novedosa e interesantísima experiencia de la Universidad Abierta de Recoleta. ¿La conocen? Si no es así, se sorprenderán de la manea cómo se aborda el conocimiento y la forma de compartirlo, no solo en la comuna, sino para cualquier persona que lo desee, venga de donde venga. Para renovar la fe.
DIOS EN ESTE MUNDO
La mayoría de nosotros hemos sido
educados en una religión cristiana que concebía a Dios como un Ser Supremo y
juez absoluto de la conducta humana, y que estaba situado afuera y arriba del
mundo y de la esfera del hombre. Pero hoy se ha abierto camino una religiosidad
distinta que valoriza la realidad del mundo y del hombre. La ha hecho posible el
redescubrimiento de las Sagradas Escrituras y sobre todo de los evangelios. Hoy
creemos en Jesús como la encarnación de Dios que se hace uno de nosotros y
comparte nuestra naturaleza y nuestra historia. Creemos que Dios nos habla a
través de la realidad que vivimos. El Reino de Dios consiste en la humanización
plena de la sociedad, que implica la lucha contra el dolor y la construcción de
la felicidad, especialmente para los que nunca la han conocido.
Legítimamente nos preguntamos por qué
se nos enseñó un cristianismo que huía del mundo presente y negaba lo humano.
La razón la han dado los estudiosos del Nuevo Testamento, y su análisis de la
doctrina de San Pablo enfrentada a la predicación y actividad de Jesús. Advierten
que Pablo no conoció al hombre que fue Jesús, al Jesús histórico. Para él sólo
existió el Señor glorificado que se le apareció camino de Damasco, es decir, un
personaje del ámbito divino. Las comunidades de Pablo esperaban la pronta
venida del Señor; el presente carecía de valor. Era el tiempo de la moral, que
para Pablo no era otra que la moral helenística, con su énfasis en la
autoridad, el paterfamilias y la oposición entre la carne al espíritu. En las
cartas de Pablo encontraremos listados de virtudes y de vicios que reflejan su
concepción de la moral.
Esta visión religiosa desligada de la
tierra y proyectada hacia el cielo, así como esa moral estoica, se confirma y
reafirma en un momento crucial: la Iglesia deja de ser perseguida y se
incorpora al ámbito del poder social. La sociedad se torna cristiana, se
construyen templos, se desarrolla el culto, la religión se vuelve oficial, los
obispos adquieren rango superior. El cristianismo se convierte en religión del
imperio. Lo importante es salvar el alma.
Nada de eso encontramos en los
evangelios. Jesús se dirige a Galilea y se entremezcla con la multitud de
pobres y postergados. Se conmueve ante el sufrimiento humano, sana a los
enfermos y expulsa a los demonios. No predica calamidades ni castigos, ni
normas de pureza ritual o moral. Anuncia la llegada del Reino de Dios, del amor
sin límites, de la solidaridad, del servicio, del perdón. Advierte que, en el
juicio final y definitivo, Dios justifica al que dio de comer al hambriento, al
que visitó a los enfermos, a los extranjeros y encarcelados. El Reino de Dios,
por lo tanto, tiene que ver con una vida buena en esta tierra, con el cuidado
mutuo entre nosotros en cuanto hijos de Dios que es Amor.
Tenemos fundamento, entonces, para
entender la encarnación de Dios en Jesús como una real “humanización” de Dios. Jesús
es el testigo, la imagen o manifestación de Dios invisible. Es su Palabra. Creemos
que Dios asume en Jesús nuestra condición humana hasta la muerte, hasta la
muerte de un proscrito colgado de la cruz. Jesús se despoja de su condición
divina con el fin de hacerse encontradizo por los mortales. Desde entonces, la
realidad humana se convierte en lugar de una experiencia religiosa. Ya no es
preciso salir del mundo, lo cual tiene consecuencias insospechadas. Se
desvanece la oposición entre lo sagrado y lo profano, pues toda realidad
existente y creada por Dios se vuelve sagrada. La sociedad, la calidad de la
convivencia humana tiene su sentido en Dios. A Dios lo encontramos, pues, en nuestro
mundo secularizado del presente.
El teólogo José María Castillo termina
su libro titulado La Humanidad de Jesús, con el siguiente párrafo. “Lo he
dicho muchas veces. Y lo repito una vez más. Nos sobra religión y nos falta
humanidad. Pablo fue un hombre genial. Pero la genialidad suprema estuvo donde
únicamente podía estar: en Jesús. El problema, que tiene el cristianismo y que
vive la Iglesia, está en que Pablo, con su fe en el Resucitado, le tomó la
delantera al Jesús histórico. Y hasta este momento, ese problema sigue sin
resolver. El día que tengamos el coraje de ponernos a vivir de forma que la
gente vea y palpe, en los cristianos, en la Iglesia, algo que evoque
espontáneamente la presencia de Jesús, en esta sociedad nuestra, ese día será
mucha la gente que vea la luz y el horizonte que ahora mismo ni los avances más
audaces de la ciencia y la tecnología nos pueden descubrir. No le faltaba razón
a Nietzsche cuando anunciaba que, una vez que el horizonte ha desaparecido, se
precipita en una evolución anónima y temporalmente limitada que nadie quiere y
nada busca excepto la evolución misma. Y es que, como decía el mismo Nietzsche,
el desarrollo no busca la felicidad, sino el desarrollo y nada más”. Y con eso
nos hemos quedado, con el desarrollo y sus técnicas interminables. Pero la
felicidad y sus preguntas de fondo, ahí siguen. Esperando respuesta”.
Puede concluirse, entonces, que el
gran desafío que hoy se nos presenta a los cristianos y a la Iglesia, es el
redescubrimiento de la ética de Jesús, de la ética del evangelio, y su puesta
en práctica. Es una ética profundamente humana. Pero, para los que intentamos
seguir los pasos de Jesús, esa ética es algo más que humana. La entendemos como
el empeño por instaurar en este mundo el proyecto de Dios de felicidad y paz
universal. Por eso le pedimos: “Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.”
Andrés
Opazo
PARECE INCREÍBLE,
PERO ES VERDAD
Si bien el libro es del 2014, leerlo luego de hablar con su
autor hace tres semanas es un doble impacto. Porque pareciera que estuvieras
escuchando permanente su voz. Como si me hablara directamente. Eso me pasó con
“El fin de la inocencia”, de Juan Carlos Cruz. Es lo primero. Y lo segundo, una
tremenda rabia con relación a los curas abusadores. Rabia externa, por el daño
provocado a niños y jóvenes desconocidos, algunos de los cuales se ven y
escuchan en medios audiovisuales o se leen en diarios o revistas. Personas que
se ven como tú y yo, pero con una
experiencia de vida marcada, a veces de modo irreparable. Rabia más allá de los
curas abusadores. Indignación por las personas que no quisieron creer, que no
quisieron escuchar, que archivaron las evidencias o que las destruyeron, como
se señala en el informe que recibió el Papa de sus enviados especiales hace ya
más de un año. Estamos hablando de sacerdotes, de obispos, de gente que
pertenece a la estructura de poder, a la jerarquía de la iglesia. Encubridores,
quizá para tratar de salvar el prestigio de una institución ya muy desprestigiada.
Además, en el colmo de las
contradicciones, personas que son capaces de enjuiciar a otros, que se erigen
como un poder moral. A veces de una arrogancia sin límites. De esa gente
estamos hablando. De esos curas. Parece increíble, pero es verdad.
Este malestar que me conmueve, contrariamente pareciera
haber aumentado mi fe. Dedico más tiempo a la oración y trato de vivir los
valores cristianos, en la medida de lo
posible, de la mejor forma. Ciertamente de un modo muy imperfecto, pero lo
intento. El tema es que voy al templo (parroquia / iglesia) y me siento bien,
pero desconfío del sacerdote. Tengo la tendencia a pensar que es parte de la estructura
que ampara el abuso. O que lo ha hecho. Quizá hoy todos estén mucho más alertas
porque el escrutinio público parece ser implacable. Todos los ojos están
abiertos y en la dirección que corresponde. Y pienso en los curas conocidos y
valoro su esfuerzo y abnegación. Sé que hacen una tarea tremenda. Que son
soportes de sus comunidades y están a su servicio todas las horas del día y de
cuantas noches también. Son esa reserva a la cual la gente acude ante cualquier
problema. Y allí están, porque son parte de las comunidades y vibran con sus
necesidades y son parte de sus soluciones. O de sus angustias.
Hace algunos días llamé a un cura, un lunes y le pregunté,
estúpidamente si podía hablar. Era obvio que podía porque me estaba
contestando. Claro que sí. Estoy regando / podando las rosas. Lunes por la
mañana, en un día de sol con un viento
heladísimo en el sur del mundo. Es el único día que lo podemos hacer. Es su día
libre. Cinco misas durante sábado y domingo atendiendo a cientos de personas. A
su más completo servicio. Esa es su misión. Vive los valores del evangelio.
Pero otros también lo han hecho y han sido denunciados por abuso, años después,
cuando los abusados crecieron y se pudieron desprender de su control.
Y en paralelo con eso, con esta rabia con la
institucionalidad que lo ha permitido, como parte de la “cultura del abuso”, no podemos eludir el marco de realidad en el
que vivimos. Leyendo Cartas Públicas, del filósofo Gastón Soublette, me encuentro con este párrafo que pareciera
desmoralizador: “El alineamiento y reducción del espacio psíquico de las masas
a una mentalidad promedio, y el trabajo agotador a que se obligada esta
sociedad del rendimiento, lo cual queda justificado como la ley del mito del
progreso, es la principal causa del ateísmo ambiental en que vive inmerso el
mundo de hoy. Pues es ya de toda evidencia –y esto va para los cristianos- que
este modelo de civilización es de hecho incompatible con el evangelio de
Jesucristo” Gastón Soublette). Pero no
lo es porque tenemos una misión de amor, que es superior, con todas las dificultades
y debemos insistir una y otra vez. Como
lo hizo Juan Carlos Cruz, con James Hamilton y José Andrés Murillo y tanto
otros, con menos notoriedad y figuración pública. Denuncias, denuncias y más
denuncias. Una y otra vez, con perseverancia sin límites.
En otras épocas la palabra de la iglesia no tenía
contrapeso. Hoy no tiene peso. Lo que sí importa es revisar una y otra vez el
centro del mensaje de Jesús y coincidir en él.
Rodrigo Silva
HACIA LA DEMOCRATIZACIÓN DEL SABER
Cerca de 6 mil postulantes a los más de 100 cursos, en los que finalmente
son admitidos 3.800 alumnos para el segundo semestre del año académico. Se
trata de la Universidad Abierta de Recoleta (UAR), proyecto que ha definido su
razón de ser en lo que constituye el título de estas líneas: la democratización
del conocimiento.
A partir de esta inspiración, personas de cualquier comuna del país pueden
inscribirse para acceder gratuitamente a
una instancia presencial (y a distancia dentro de un tiempo) donde pueden aprender
e informarse acerca de una amplia gama de temas y áreas que van desde la
filosofía hasta la fotografía y el cine, pasando por las problemáticas de
género, psicología, sociología, arte, cultura y muchos otros que se ofrecen.
El único requisito, es la motivación e interés personal de saber más sobre
algo y el deseo de concretar esta aspiración, muchas veces un sueño, que por
múltiples causales nunca se había tenido la posibilidad de llevarlo a cabo. Más allá de títulos, que ciertamente esta
institución no entrega, su comunidad académica implementa pedagogías en las que
el aprender se torna una actividad convocante, dialogante, con exigencias
acorde a las peculiaridades del alumno y con sistemas evaluativos que se
apartan de los procedimientos tradicionales.
Desplegados en las salas de clases de las 19 escuelas municipales de
Recoleta, en horarios vespertinos de lunes a viernes y la mañana del sábado,
profesores con grados académicos de doctorado, magister y graduados de
distintas profesiones, sin recibir ningún pago por sus servicios, imparten y
comparten sus conocimientos con los entusiastas alumnos de variadas edades y
sexo.
Tengo el privilegio y la felicidad de ser uno de los profesores de esta
Universidad, lo que me ha permitido vivir lo extraordinariamente gratificante
de esta experiencia, la que sin duda constituye una de las iniciativas más
democráticas, de justicia social y práctica del bien común a nivel local.
Doy un curso llamado "El cambio social: modernidad, posmodernidad y
globalización en América Latina". Los alumnos (22), jóvenes en su mayoría
son universitarios. El resto trabaja en el servicio público. Ocupamos la sala 9
del Liceo Valentín Letelier, los días martes entre las 19 y 22:45 horas. El
curso es de ocho sesiones, una por semana.
En un país en que la competencia, el individualismo, la motivación
económica y el rendimiento llevado al extremo, han sido valores que han regido
nuestras relaciones en diferentes ámbitos, la Universidad Abierta de Recoleta,
con todas sus implicancias y los fundamentos que la sustentan, es una esperanza
para la construcción de otro modelo de sociedad.
Ernesto Moreno
Concejal (DC) de Recoleta. Sociólogo de la Universidad
Católica de Chile, Dr. en Sociología de la Universidad de Heidelberg,
Alemania. Fue alcalde de la Comuna entre los años 1992 y 2000. Viaja todos los
años a Alemania por actividades académicas a la Universidad Libre de Berlín. Ha
dictado cursos, participado en coloquios y evaluaciones de tesis para alumnos
de magister y doctorado. Además, ha sido expositor en los “Coloquios
Científicos” organizados por la Embajada en Berlín.
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